ANTES DE LA LUNA.

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Has sido muy valiente -le dijo la enfermera Rosa mientras depositaba a la niña recién nacida en los brazos de la madre.

Aquella tarde, cuando Rosa inicio su turno en la maternidad del hospital Lincoln de Nueva York y vio que entre las futuras madres a quienes debería asistir como ayudante se encontraba Amanda Cornett, una adolescente de 16 años, suspiro resignada, pues sabia con experiencia que estas no eran pacientes fáciles y había llegado a la conclusión, después de muchos años de profesión, de que la mejor forma de ayudarlas era mostrarse cercanas, pero sin perder nunca el tono de seriedad y autoridad. Por ello, cuando entro en la sala de partos esperaba encontrarse a una de esas tantas adolescentes con cara asustada, que se desmoronan en cuanto las contracciones empiezan a ser dolorosas y exigen a todo el equipo médico un esfuerzo suplementario para mantener la situación bajo control.

Pero Rosa no tardó en darse cuenta de que Amanda era distinta y que parecía sorprendente mente madura para su edad, pues desde el primer momento mostró una fuerza y una resistencia al dolor poco comunes, incluso en mujeres mucho más adultas. Colaboro en todo momento, apenas se quejó. El parto había sido algo largo, aunque afortunadamente sin complicaciones, y madre e hija se encontraban perfectamente bien.

Por fin, el rostro algo severo de la enfermera se suavizo con una sonrisa cuando dijo:

-Has tenido una niña preciosa. ¿Ya has decidido cómo vas a llamarla?

-Selena -le respondió Amanda muy feliz-. Significa "luna" en griego. ¿Sabe? ¿Verdad que es un lindo nombre enfermera?

-sí que lo es -contesto Rosa-. Vuelvo dentro de unos minutos, si necesita algo, ya sabes dónde está el timbre -añadió mientras salía de la habitación del hospital y cerraba silenciosamente la puerta.

Madre e hija se quedaron solas por primera vez, la abuela materna y Ricardo, el padre de la pequeña, habían bajado a comer algo a la cafetería del hospital. Selena dormía plácidamente y Amanda no salía de su asombro al contemplar aquella carita redonda, la boca perfectamente dibujada, y los ojitos almendrados con la piel de los arpados casi transparentes, en los que se distinguían unas diminutas pestañas negras, tan negras como la suave pelusilla que recubría su cabeza. Mientras acariciaba con la mayor delicadeza del mundo las pequeñas manos del bebé, le invadió una ternura desbordante hacia aquel ser diminuto.

Desde el preciso instante en el que Amanda descubrió que estaba embarazada, la semilla del amor incondicional había empezado a brotar en su interior. Jamás olvidara aquella fría tarde de Enero en que se encerró en la modesta habitación alquilada en una casa de huéspedes para hacerse el test de embarazo que había comprado en una farmacia distinta a la que acudía habitualmente, como si temiese encontrarse con alguien conocido en una ciudad en la que era una perfecta extraña. Después de abrir con mano temblorosa el envoltorio e intentar calmarse para leer las instrucciones, desde el otro lado de la pared le llegaban ecos de la serie de televisión que, como cada noche y a la misma hora desde hacía meses, su casera no se perdía por nada del mundo. Pero cuando dos rayas rojas se dibujaron claramente en el visor del tubito, supo que es noche no era como las demás y que a partir de ese momento su vida cambiaría para siempre.

La confirmación de su sospecha hizo que su corazón se pusiera a latir con fuerza y que todo empezara a darle vueltas, mientras se arremolinaron en su mente miles de imágenes de lo que había sido su vida hasta entonces, la de una adolescente como muchas otras nacida en una familia latinoamericana de clase media procedente de una pequeña ciudad de Texas. ¿Cómo se lo iba a decir sus padres? A duras penas había logrado convencerlos de que le dejaran trasladarse a Nueva York e intentara formarse como actriz ¿Y qué diría Ricardo, su chico? ¿Cómo iba a reaccionar? ¡Siempre pensó que quedarse embarazada a los 16 años era algo que solo les ocurría a las demás, no a una chica como ella que siempre había tenido la cabeza sobre los hombros! ¿Qué iba a pasar con las clases de arte dramático por las que tanto había luchado? ¿Y qué pasaría con el teatro, su gran pasión? Desde que tenía memoria Amanda había deseado ser actriz y estaba convencida además de que tenía talento para la interpretación.

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⏰ Last updated: May 06, 2019 ⏰

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ANTES DE LA LUNA 🌕Where stories live. Discover now