•Introducción•

5 0 0
                                    

Los viajes de carro siempre hacían que me mareara, sin importar que hiciera, pero cuando estaba con esos 3, no parecía importarme. Podía sentir la vibración de los altavoces del carro por medio de mi asiento, la música atravesaba mi cuerpo, podía sentir como chocaba con mis huesos y me aceleraba el corazón, pasaba por mi garganta y la letra salía por mi boca, jugueteaba con mis manos mientras cantaba, ellos cantaban a todo pulmón conmigo, sabía que a ellos les pasaba lo mismo, la música chocaba con ellos y no lo podían evitar. Se que pasaban varios autos a nuestro lado, la gente nos miraba extraño, otros solo se reían y aceleraban.
Dentro de ese coche solo había felicidad, y yo todavía no me lo creía. Hacia unas pocas semanas le estaba rogando a mi padres por ir, y ahora ahí estaba, en el asiento del pasajero con mis tres mejores amigos, con vistas a la playa y llendo a toda velocidad, con buena música y muchas ganas de divertirnos. Poco sabíamos lo que iba a pasar.
Santiago conducía, pero eso no evitaba que bailara en su propio asiento, gritaba la letra de Beautiful Girls como si nada existiera, verlo me hacía feliz, emitía esa felicidad que era imposible que no se te contagiara.
Atrás de mi escuchaba la voz de Leonardo, el tonto golpeaba la parte de atrás de mi asiento  al ritmo de la canción, tenía esa extraña manía, con cualquier canción tenía que golpear algo, pero no como si fuera una batería o algo así, golpeaba con mano abierta, con una tremenda fuerza y al final la palma le terminaba roja. Maximiliano también cantaba, se asomaba por el medio de nuestros asientos y gritaba a todo volumen como loco, me golpeaba en el brazo cada vez que se emocionaba o en partes interesantes de la canción.
Estaba segura de que no había nada mejor en el mundo que esos momentos, que definitivamente ese iba a ser un viaje inolvidable, y no me equivocaba.
El calor era cada vez más intenso, pero con el aire acondicionado nada importaba, Leonardo ponía la música, algunos eran clásicos de rock que me sabía de memoria, otras eran canciones de banda, algunos éxitos de los 80 y mucha música más, pero nunca dejaba que una canción terminara, impaciente ponía otra y otra, como si buscara la correcta y nunca la encontrara.
Habíamos ahorrado para el viaje, cada uno por su parte le hizo como pudo, nos habíamos metido a trabajar unas vacaciones antes, yo cuidando niños en un parque, y de ellos no estaba segura, solo sabía que de una u otra manera todos habíamos conseguido el dinero y habíamos rentado una casa cerca Del Mar para pasar una semana.
Se lo que las personas piensan cuando les digo que viaje con 3 niños sola, se lo que insinúan. Pero eso estaba lejos de la realidad. Quería a esos 3 niños con toda el alma, los consideraba mis hermanos, nada más, eran mi familia.
Por fin llegamos a la casa, se veía linda por fuera, yo no la había visto ni en foto, Santiago había hecho la renta pero no nos la quiso enseñar, decía que confiáramos en el, y que era una sorpresa. Claramente fue una buena decisión. Bajamos nuestras maletas y las demás cosas que llevábamos de la cajuela y entramos a la casa. Tenía ese olor peculiar a nuevo, se sentía fría por dentro y era agradable, no era demasiado lujosa, se veía bien y a los 4 nos pareció perfecta. Ahora que pienso en eso, no parecía que nada malo pasara, y aunque alguien nos hubiese intentado advertir, tal vez no hubiese servido de nada, ninguno le hubiera creído.
Nos acomodamos en nuestras habitaciones, Santiago y Max compartían cuarto en una habitación grande con 2 camas, Leo tenía una habitación propia y yo tenía una habitación pequeña, pero tenía una bella vista al mar y estaba terriblemente emocionada por despertar y ver el amanecer por esa ventana durante los próximos días.
No habíamos desayunado casi nada y habíamos llegado temprano, así que volvimos a subir al carro y fuimos por algo de comer a un puesto de comida que vimos unos kilómetros atrás, el lugar no es importante de mencionar, ni tampoco lo que comimos ahí, no fue como en las películas, cuando los personajes principales al hablar con el dueño del restaurante se dan cuenta de que viven en una casa donde ocurrieron cosas terribles e inexplicables, pero ellos no le creen y piensan que es el loco del pueblo. No, a nosotros no nos pasó eso, aunque me sigo cuestionando como hubiéramos reaccionado de haber sabido.
Regresamos a la casa, y no se si lo recuerdo ahora mal, o si realmente sucedió, pero al entrar ya no se sentía esa sensación a "casa nueva", parecía que el ambiente había cambiado, no sabría explicarlo, solo que algo ahí cambio... y tal vez ahí fue el inicio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 06, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Se busca Donde viven las historias. Descúbrelo ahora