7. OSCURIDAD - parte 4

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La luz de los reflectores centelleó en la hoja del cuchillo que giraba en el aire a medida que pasaba de las manos de Illumi a Hisoka. Una pequeña bandada de pájaros asustados cruzó el cielo estrellado que cubría el claro del bosque en donde se desarrollaba la dramática escena. En el centro, el grupo de víctimas se apretujaba llorando y pidiendo clemencia mientras veían a la madre y al niño parados frente a frente a unos cuatro metros de distancia entre sí. Cada uno de ellos, con un asesino sujetándolo por detrás.

Illumi obligó a la mujer a arrodillarse y, de pie detrás de ella, la sujetó con fuerza del cabello inmovilizándola mientras la amenazaba con un puñal apoyado en su garganta.

—¡¡Noo!! ¡Piedad por favor! ¡No lastime a mi hijo, por favor! ¡Hagan lo que quieran conmigo pero déjenlo ir! ¡Se los suplico! —gritó la madre desesperada al ver a Hisoka atrapar el cuchillo en el aire y acercarlo peligrosamente al cuerpo de su pequeño niño.

—¡Estás loco Illumi! ¡Pará todo esto! —bramó Hisoka, imponiendo su voz por encima de los alaridos aterrados del pequeño que miraba con ojos exorbitados cómo la hoja filosa se acercaba a su bracito desnudo. La mano derecha de Hisoka temblaba visiblemente, sus nudillos apretados se volvieron blancos mientras sujetaban el mango y sus venas se hincharon en todo el brazo. Tal era la fuerza que debía ejercer para contrarrestar la implacable voluntad de Illumi que, mediante los alfileres de Nen, le ordenaba sujetar y torturar al inocente delante de su madre.

Inhabilitado para poder usar su propio poder Nen, Hisoka luchaba con todas sus fuerzas para evitar que el cuchillo siguiera acercándose al niño, logrando mantener la hoja a escasos tres centímetros de la piel. Su mano izquierda lo sujetaba con fuerza del hombrito, también por orden de Illumi, inmovilizándolo contra sus piernas y sosteniéndolo de frente a su madre. Con los dientes apretados, Hisoka afirmó sus pies contra el suelo y concentró toda su energía en la mano que empuñaba el cuchillo, alejándolo un par de centímetros más.

—¡No seas así! ¿Acaso no te estás divirtiendo? Permitime que te ayude —dijo Illumi, al mismo tiempo que un nuevo alfiler voló hacia Hisoka, impactando en la rodilla izquierda, justo por debajo del brazo del niño. El nervio sensible que tocó por sobre la rótula activó un movimiento reflejo que hizo trastabillar a Hisoka, haciendo que pierda por medio segundo su concentración.

Un hilo de sangre corrió por el bracito herido en cuanto la hoja afilada tocó su carne. Hisoka maldijo en voz alta, alejando de inmediato el cuchillo y sosteniéndolo con toda su fuerza a unos cinco centímetros de distancia, lo máximo que podía alejarlo. Por suerte había retomado el control a tiempo y el corte resultó superficial sin daño importante en el músculo. Sin embargo, el objetivo del macabro juego de Illumi se estaba cumpliendo minuto a minuto. El terror y la desesperación inundaba el ambiente, y los gritos desgarradores de la madre y el niño se elevaban aún más por sobre las del grupo.

—En serio, ¿no es música para tus oídos? No te detengas, sino es aburrido y nos va a llevar toda la noche.

—¡Basta! ¡Pará hijo de puta! —rugió Hisoka, su frente transpirada de furia e impotencia al ver cómo su mano volvía a acercarse para imprimir un nuevo corte en el cuerpito que se retorcía de dolor y desesperación contra sus piernas, luego que otro alfiler aumentara el control de Illumi sobre su cuerpo.

—¿Cómo te atrevés a insultarme? —replicó Illumi, obligando a Hisoka a realizar un nuevo corte en el pequeño. Luego, levantando con fuerza la cabeza de la madre, apoyó su puñal contra el cuello palpitante dejando escurrir un hilo de sangre allí donde el filo tocó la piel trémula—. Entonces ¿qué opinás? ¿Si fuera kurta ella ya tendría los ojos bien brillantes o deberías cortarlo un poco más?

Hisoka chasqueó los dientes y lo miró con furia. Estaba claro que Illumi no se detendría hasta acabar con toda la familia en su afán de vengarse. Sin embargo, anulado como se encontraba por los alfileres de Nen, era poco lo que podía hacer para ayudarlos. Pensó que quizás lo mejor sería matarlos rápidamente y evitarles un sufrimiento mayor, pero de inmediato descartó la idea. Obviamente Illumi se lo impediría y sólo lograría hacerle más daño al pequeño provocándole una muerte agónica y terrible.

Ojos de Sangre || Hisokuro (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora