Capítulo veinte.

203 12 0
                                    


–Es una llamada...

–Deja que suene –me dispuse a regresar a su cuello, pero él me detuvo.

–Podría ser importante dulzura –guiñó un ojo. Con su codo sano se apoyó en el colchón para levantarse un poco y me besó la mejilla–. Apártate.

Estaba atónita, ¿"apártate"? Me bajé de él echándome al costado de la cama con una expresión en mi rostro que supongo: reflejaba mi completa decepción.

Lo vi caminar hasta que salió de la habitación, podía escuchar en mi cabeza el eco de mis propios latidos yo estaba bastante... emocionada, pero por lo visto, él no.

Gruñí e hice una rabieta pataleando sobre la cama causándome un enorme dolor, se me había olvidado que mi talón estaba herido, maldije entre dientes y me senté con cuidado cruzando mi pie herido sobre mi otra pierna.

Una ligera mancha de sangre empezaba a notarse en el vendaje, poco a poco era más visible y podía sentir mi talón palpitar.

–¡Maldita sea! –gruñí entre dientes conteniendo un grito, me dolía demasiado.

–Era Owen –Bloo entró en la habitación–. Dijo que... –se quedó callado un par de segundos y caminó hacia mí–. ¿Qué te pasó?

–Nada.

–Estás sangrando.

–Lo sé, genio –gruñí sarcástica mientras quitaba las maripositas metálicas del vendaje para quitarme la venda.

–¿Para qué te vas a quitar la venda?

–Para ver por qué estoy sangrando.

–Espera. Voy a llamar a Owen para que venga y te lleve al hospital.

–No quiero ir al hospital otra vez.

–Owen –levanté mi rostro y lo vi con su teléfono al oído–. Ven a prisa, bambi está sangrando.

–¡No es cierto, no vengas! –grité molesta.

–Y yo qué sé, no soy doctor –argumentó él al teléfono ignorándome por completo–. Ven pronto.

–Dile que no es necesario... que venga... agh... –gruñí al despegar la venda de mi piel.

–Ya viene –me informó y dejó caer su teléfono sobre la cama para luego mirar mi pie–. Eso no se ve bien...

–Creo que... –toqué con cuidado la herida–, se soltó un punto de la sutura.

–Auch... –dijo con una mueca.

–Si lo vendo más ajustado... a lo mejor se une y deja de sangrar...

–No seas tonta, tienes que ir al hospital.

–Odio los hospitales –hice una mueca mientras volvía a envolver mi pie con la misma venda, pero esta vez ajustándolo con más fuerza.

–¿Ves lo que te sucede por calenturienta? –rio.

–¿Qué? –regresé mi mirada hacia él con indignación.

–Se te abrió la herida por estar de calenturienta subiéndote sobre mí.

–¡No fue por eso, además, tú me provocaste!

–¿Yo? –él carcajeó.

–¡Si! Tu viniste a meterte en la misma cama que yo y con tus estúpidos jueguecitos de seducción... Idiota.

–¿Jueguecito de seducción?

Parecía haber escuchado lo más gracioso de su vida por la forma en que carcajeaba, terminé de ajustar mi venda y bajé mi pie con cuidado de no tocar el piso, me estiré ligeramente hacia atrás para tomar la almohada y se la lancé con toda la fuerza posible sin importarme que pudiera golpearlo en el brazo lastimado.

RUDEWhere stories live. Discover now