Viento, déjame volar,
sol, déjame soñar,
luna, déjame amar,
que el equinoccio llega
y no me dejará desplegar
mis alas de blancor almidonado.
Voy cargada de sueños,
para llenar de esperanza
a los pueblos ribereños,
que esperan mi llegada
bien llega la madrugada,
cuando la luna, alzada
sonríe a la marea alta.
Tan pronto llegue
lloraré la despedida,
será la última vez
que contemple vida
antes de, vacía,
desaparecer.