•UNO•

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''Antes que tu vida termine,
debes saber que esto es verdad
Todo el odio que retenemos
seguirá sin salvar tu juventud''

Days are numbered - black veil brides


Él no tenía un hábito de cuidadosa selección, él, más bien, era un oportunista.

No sentía un placer mayor por encima del placer que le hubiese dado otra persona en su lugar, disfrutaba todo en exceso, pero, sin embargo, aquella ocasión era desconcertantemente diferente.

Se encontraba extasiado, algo que muy por el contrario a lo que comúnmente creerían, le alarmaba. Se cometía muchos fallos cuando lo sentimental se inmiscuia en sus asuntos. Por ello, permaneció frente al espejo del corredor observándose mientras repasaba aquellos detalles que le hacían ver emocionado.

Con el paso de los segundos, perdió la sonrisa y la tensión en sus hombros, dejó de moverse su mano derecha en un vaivén nervioso y culminó la ansiedad en su sistema.

Consideró apta aquella neutralidad por lo que giró sobre sí y caminó hasta la mitad del pasillo. Abrió la puerta debajo de las escaleras y se metió, con una enorme sonrisa que no notó, hacia donde debía poner fin a una agradable historia.

Su mano derecha continuó agitándose hasta que la levantó en el aire, entonces permaneció firme hasta que tomó el impulso antes de apuñalar. A él jamás le temblaba el pulso en ese momento, nada estaba más claro y correcto en ese preciso instante.

El cuchillo afilado atravesó la pared de yeso creando un hueco. Al retirar el utensilio de la brecha, una luz se coló de su interior, una que permitía una leve visión hacía esa bodega que estaba completamente vacía, con nada más que una manguera enrollada en una esquina y una pala en la otra.

Todo intento por calmar su emoción fue en vano cuando vio la abertura, la escasa visión hacia su paraíso le encendió tanto que soltó el cuchillo ansioso, dispuesto a terminar con sus manos la tarea, desprendiendo frenético los pedazos de yeso fino que habían cubierto un muy antiguo hueco.

Finalmente, transformó una brecha pequeña en una entrada cuidadosamente planeada. Aquel lugar lo volvía ansioso, lo desestabilizaba tanto que solía dejar de pensar en el instante que cruzaba su pie. No se aventuraba en aquel rincón a menudo, incluso para alguien como él le era difícil hacerlo. Pero en esta ocasión podía suponer que esa persona suprimiria los malos recuerdos, y eso quizá le emocionaba, sin darse cuenta, ansiaba reescribir una página de un viejo libro con un mal final, cuando entrará a ese lugar pensaría en esa persona y no en otras cosas que oscurecían su alma.

Sin más, cruzó la entrada a su locura y se sumió a ella, se rindió a su primitivo deseo y ya no había vuelta atrás.

Se paró en seco en el cuarto, como si estar ahí y sin consecuencias fuera tan extraño que debía pararse a esperar a que lo malo ocurriera. Y en la espera, miró cada rincón.

La última vez que estuvo ahí no había reparado en su entorno, a decir verdad, a penas si recordaba la situación, lo que era normal, pues solía olvidar las cosas que realizaba en una faceta colérica.

Cada rincón era igual a cuando lo recordaba, desde los estantes caídos hasta las paredes desmoronadas y con huecos ¡Hasta los dibujos se habían conservado! Una evolución de garabatos y lamentos todavía se mantenía eternizado en la pared.

Y en el medio, lo más prominente, el premio gordo de aquella aventura: un mástil.

Era una columna en el centro, tan alta que terminaba en el techo, era del ancho de los brazos de un pequeño o, como le decía él, del tamaño de un abrazo.

Era tan firme como la recordaba al igual que fría, y tan prometedora pese a su imagen, pues la persona encadenada ahí había dejado unos huecos en el yeso mientras raspaba las cadenas y, pese al intento, todavía seguía encadenado.

El castaño se acercó, se arrodilló en frente y buscó su rostro.

—Sigues con vida, ¿Verdad?—cuestionó risueño y agitado, como si hubiera corrido una maratón—¿Lo estás? Sería una enorme pena si no...

Y tosió.

Aquello le llenó de alegría, tan animado por verse de nuevo con la persona que no había salido de su cabeza en la última semana, desde precisamente cuando fue llevada ahí por el mismo dueño de casa.

—Es un alivio,—suspiró mientras tomaba lugar en frente de la víctima, ya no arrodillado, sino sentado como un niño—No quería venir todavía, pero se está haciendo complicado esto, creo que no podrás seguir siendo mi invitado.

—No vas...—masculló—Tú no...

—¿Intentas decir que no me saldré con la mía y que me atraparan?—Interrumpió el castaño con una sonrisa—Es probable, pero, tendré bastante tiempo hasta que al menos den con tu paradero eso, claro, si tu cuerpo no se descompone significativamente.

—¿Vas a dejar mi cuerpo? Ese no es tu estilo—Era apenas audible y, a la vez, impresionante que aún pese a habersele privado de alimentos y líquidos en la última semana pudiera todavía hablar y hasta reír. Eso maravillaba al castaño. Aunque también tenía en cuenta que la lluvia del día anterior podría haberle puesto un poco fácil el asunto, a fin de cuentas, no era una persona común.

—No, ciertamente dejar evidencia no es mi estilo—Confesó—Seguro debes estar pensando que me encuentro acorralado, y en gran medida es así, ¡venga que no eres un simple chiste!—Exclamó eufórico—Eres tú la principal razón de encontrarme en esta situación, me has tocado los cojones demasiado y, confieso que dejarte andar por ahí por más tiempo, habría significado mi fin.—Escuchar al castaño hizo sonreír a la víctima, cuyo pensamiento sólo recaía en su fin y en lo poco que importaba eso si, al menos, lograba acorralar al maldito asesino.

Y lo estaba, estaba malditamente acorralado y sería atrapado pronto, aunque no por él mismo.

—Pero no creas que este era el único modo para mí, podría continuar haciéndolo a la antigua—El rostro del castaño se enfureció con un recuerdo muy amargo—Pero he estado tan emocionado por esto, no hago más que pensar en cómo será el rostro de comatoso cuando lo descubra.

—Apuesto a que será igual a cuando estés tras las rejas—Escupió.

El castaño liberó una risa sonora y burlona, a la vez que decidía que era momento de ponerle fin al asunto, no había tanto tiempo como él hubiera querido para jugar, y eso era por tantas razones, pero incluso más que el hecho de tener a la justicia pisándole los talones, le molestaba el distanciamiento de alguien especial y, sabía que cada segundo que pasaba el comatoso ganaba terreno en su propio territorio, era momento de redimir eso.

Pero entonces, recordó que no tenía su cuchillo con él.

—Vaya, que descuidado he estado estos días—Bromeó para ponerse de pie y encaminarse a buscar a su fiel compañero de travesuras.

•🐰•

¡Hola!

Anteriormente había escrito aquí mismo que iba a editar esta parte y volverla más explícita, así que, ¿hola?

Pero, como dice mi amigo el gato ♥ ''veniamo bien pero pasaron cosas''

Sencillamente considero totalmente apropiado dejar esta entrada sin explicación del capítulo, y no tiene nada que ver con que me dio paja hacerlo :)

Sociopath KillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora