Necesito una taza de café con crema

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Tan pronto como habia amanecido, ya tenía una taza de café con crema en mis manos frías y delgadas.

La cosa es que no había podido dormir la noche anterior y necesitaba, por lo menos un poco, de cafeína para mantenerme despierta de lo que resta del día. Eso sí, a pesar de estar sentada en el sofá con mi laptop completamente encendida, no tenía ganas de escribir.

Y es que había avanzado un poco en mi historia el día anterior, por lo que no faltaba mucho para terminar mi libro y así ser, finalmente, libre de toda responsabilidad. Aunque aquello era más una excusa más que nada para hacerme sentir mejor conmigo misma. Con eso en mente, dejo salir un suspiro, soy un caso perdido.

Acerco la taza en mis labios, pero cuando quise darle un sorbo a mi café, ya estaba más que vacío. Gruño como respuesta a una pregunta sin preguntar. En serio, ¿Qué me está pasando hoy? Tan pronto me siento y ya he terminado mi primera taza de café con crema. Me levanto, con toda la pereza del mundo, del sofá yendo hacia la cocina con intención de servirme una segunda taza, y lo hago.

Ya al terminar y con una sonrisa de oreja a oreja por mi no-tan-logro, regreso a la sala y me relajo un poco. Acerco de nuevo la taza, y le doy un sorbo. Nada, se había acabado. Agh, no de nuevo. Me levanto y voy por otra taza, y me avergüenza decir que así pasé de lo que resta de la mañana.

Entre tazas y más tazas de café con crema.

Café con cremaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora