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Miguel descansa sobre su pecho con el pelo hecho un desastre. Manuel pasea una mano por su cabello, por su cuello, y por su espalda . Sus dedos rozan despacio la marca en el cuello de Miguel.

Miguel sonríe cansado, con los ojos cerrados, y ronronea despacio en respuesta a las caricias. Esta empezando a quedarse dormido cuando recuerda algo y abre los ojos de nuevo, acomodándose sobre Manuel para hablarle.

-Mis padres vienen este fin de semana.

Manuel parpadea, atontado y cansado. Le toma un par de segundos procesar lo que dice Miguel. Frunce el ceño.

-¿En serio?

-Te dije que venían.

-¿Cuándo?

Con lo que le gusta ver a sus suegros. O escuchar sus preguntas. Manuel asume que eso significa que sus padres también estarán ahí.

-Hace como dos semanas.

Por supuesto que no lo recuerda. Manuel solo escucha la mitad de lo que dice, y luego se queja de que le hace lo mismo.

Manuel tuerce la boca, chasquea la lengua.

-No me digas que tu hermano también va a estar ahí.

-Supongo.

Miguel se da la vuelta, echándose sobre su espalda y jalando el cobertor para taparse mejor. El calor va dejando su cuerpo y el frío empieza a trepar por sus piernas.

-¿No podemos simplemente no ir y ya?

-No creo.

Manuel se desliza, acomodándose en la cama lentamente, no queriendo pensar en el espectáculo en que eso podría convertirse. Sus padres, los padres de Miguel, el pesado de su hermano y su alfa. Sin duda no es una coincidencia. A Manuel le aterra imaginarse cual es el motivo de esa reunión familiar.

-Oye.

-¿Hm?

-Es raro, ¿no?

Miguel asiente despacio, tapándose aún más con la sabana. No dice nada porque no tiene ganas de ponerse a discutir al respecto a esas horas. Aun así, siente la mirada de Manuel sobre él, esperando a que diga algo.

-¿Paso algo?

Pregunta Manuel. Miguel solo responde con un "No" apenas audible antes de quedarse dormido. En el silencio de la noche, y con Miguel durmiendo profundamente a su lado, Manuel no puede evitar sentirse nervioso. En parte, por lo poco apetecible que se le hace una reunión familiar, pero más que nada porque sabe que Miguel no le dice las cosas completas.

En su cabeza, ya se forman diferentes hipótesis, ninguna teoría con un buen final, por lo menos no para él. Manuel se remueve en la cama, tratando de sacudirse esas ideas y dormir. Le molesta que, sin importar lo que haga, siempre termine con esa picazón, con ese coraje hirviendo en su estómago.

De la nada tiene ganas de patear algo, pero no. Él no es de hacer esas cosas. Termina por taparse hasta el cuello y darse la vuelta en la cama, tratando de dormirse de una vez y olvidarse de todo. A su lado, Miguel se queja entre sueños por el movimiento.

Vacíos TemporalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora