Vacíos Temporales

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Después de esa llamada, Miguel juega con la idea en su cabeza. Poco después, arroja el frasco de supresores al tacho de basura. Por supuesto, no le dice nada a Manuel.

Eventualmente hacen las paces, porque a Miguel no le gusta sentirse solo y a Manuel no le gusta sentir que Miguel esta molesto con él todo el tiempo.

-Perdón.   

Dice Manuel con el mentón apoyado en el hombro de Miguel. Miguel esta cocinando algún postre que se ve y huele delicioso. Se remueve sin quitar sus ojos de la olla mientras siente al chileno darle un par de besos en la mejilla. Ladea la cabeza, recibiendo el contacto gustoso. Deja que Manuel se pegue a él, lo abrace y lo toque. No pasa muy seguido. Se pregunta si es porque sus hormonas han empezado a cambiar, por el celo que se viene.

-Ya, ya.

Responde Miguel, dejando la comida de lado por un rato para darse la vuelta y envolver el cuello de su alfa con sus manos. Se deja jalar a un beso, y otro, y otro. Una sonrisa aparece en su rostro, pero termina apartando las manos de Manuel cuando recuerda a la olla en la estufa.

Manuel gruñe, frustrado, restregándose contra la espalda de Miguel y clavando sus manos en sus caderas. Miguel solo responde ahogando una risa y dándole un par de palmadas en las manos.

-El postre primero.- Le susurra con la mirada aún en la olla. No puede sentirse culpable por el pequeño secreto que esconde. -El postre y después...

Manuel descansa su cabeza en el hombro de Miguel, con los ojos entrecerrados, sintiéndose algo mareado.