Bola de nieve

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Abrió los ojos y trato de controlar su respiración, no debía de gritar, intento hacer sus respiraciones cada vez más lentas. Miro el techo y repaso de forma mental "mi nombre es Sandra, estoy recostada en mi cama. Sola. Él no está. Una vida por dos. Vivir una vida por los dos. Recuerda él no está, ya no"

En los últimos días tenía que hacerlo cada día y cada día era igual de difícil, después de despertar a media noche y luchar para no gritar, después de correr hasta que el cansancio la venciera y poder tener una noche sin sueños, después de todo eso aún tenía que recordarse a sí misma que estaba en casa, recostada en la cama y a su lado no había nadie más.

Los parpados le pesaban y sentía todo su cuerpo adormecido, volvió la mirada hacia un lado y hacia otro de la cama, no había nadie. Eso no le sorprendió. Lo sabía, algunas veces cuando despertaba y alguien más se encontraba junto a ella era aún peor. Quería salir corriendo y pedirle a la persona a su lado que desapareciera de su vista. Por suerte no era el caso en esta ocasión.

Trato de levantar la mano y tocar su rostro y cuando lo hizo se dio cuenta de que tenía colocada una venoclIsis en el brazo. Aquello la desconcertó, de pronto trato de recordar lo ocurrido horas antes.

Empezó a recordar.

Todo se debía a que ella no le gustaba decir adiós.

Un día antes había hablado con Jonathan. Y dios si él no hubiera aquello del vínculo y tratar de ser una familia, y no contar historias tristes ella no hubiera tenido reparo en pedirle que se fuera.

¿Cómo podía hacerlo? si se enteró de toda su historia: mala madre, mal padre, mucho abandono y pocos amigos. Todas esas cosas casi siempre te llevaban a callejones oscuros y a malas decisiones, sin ser consciente de ello froto sus muñecas. Lo había intentado, de verdad lo había intentado. Sonreír, ser una buena persona, tratar de convivir de manera normal. Pero al final no consiguió nada

Sus intentos solamente se convirtieron en un teatro que no convenció a nadie. Suspiro. El hecho de verlo todos días dolía demasiado. Pero era insoportable pensar que él se marchara. Ella aún no había aprendido a decir adiós.

Veinticuatro horas atrás después de hablar con Jonathan se había ido a la cama, con la incertidumbre de lo que debería de hacer a partir de ese momento para convivir con aquel chico y poder mantenerlo en su vida.

Pero al dormir sus fantasmas la había perseguido otra vez, mas vívidamente que las veces pasadas haciendo que gritara de miedo y desesperación. "Todo está solo en tu mente", se decía una y otra vez, "no es real, no lo es". Repetía tratando de calmar tanto su alma como su cuerpo tembloroso. Cuando Jonathan llamo a la puerta ella tuvo miedo de mirarlo. Si lo miraba en ese momento de confusión no estaba segura de poder distinguir entre la realidad y los sucios juegos de su mente. Respiro profundo y después de asegurarle que se encontraba bien intento tranquilizarse ella también.

No lo había logrado.

Había días como aquel que parecía que todo estaba en su contra. Primeros las pesadillas que su mente le presentaba tan reales y aterradoras. Había logrado acallar aquellos pensamientos corriendo sin cesar, logrando caer rendida poco antes de tener que levantarse para ir al trabajo, incluso pensó en la posibilidad de reportarse enferma y quedarse en casa y dormir. Sin embargo su sentido de responsabilidad rápidamente salió a la superficie y Sandra decidió que lo mejor para todos era que ella fuera a trabajar

Justo cuando estaba tomando todas sus cosas y salir corriendo al trabajo el teléfono comenzó a sonar. Cuando levanto el auricular la voz de una mujer le dio los buenos días, y pregunto por su esposo. Sandra cerro los ojos e intento serenarse, con el tono más monótono que pudo le explico a la señorita que el no podría contestar ni esa ni ninguna otra llamada. La chica comenzó a explicarle a ella los beneficios de una tarjeta de crédito que tal vez pudiera interesarle, ella sonrió y simplemente dijo "no la necesita, está muerto", después de eso colgó el teléfono, cerró los ojos e intento respirar, tomo sus cosas y salió rumbo al trabajo donde quizás todo mejoraría.

La travesía de nuestro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora