Me levanto y miro en mi armario el vestido elegante que prepare el día anterior, recordándome lo que hoy iba a suceder. En mi pecho mi corazón se estrujo una vez más. Mire mi mesa de noche en donde estaba la invitación de la boda, si se casaba hoy y yo no era la novia.
"si te casas, invítame", esas palabras aún resuenan en mi memoria como un recordatorio de o estúpida que fui al pedir eso y de lo más estúpido que fue el al hacerme caso.
Pero no me quedaba de otra, la realidad debía ser afrontada tenía que verlos entrar por ese jardín, escuchar el sí de su boca y ver como firmaba su sentencia de muerte porque eso era y se lo advertí, pero como siempre no me escucho.
Tome una ducha rápida, peine mi cabello y quede muy bien gracias a un tutorial en YouTube, solo aplique delineador en mis ojos y un labial de tono suave en mis labios; vestí ropa interior de encaje, el vestido, los tacones y baje a la sala.
Mi madre me miraba con desaprobación mientras buscaba mis llaves, la verdad ya estaba acostumbrada a eso; la escuche hablar mas no escuche lo que decía pues ponerle atención a sus regaños era lo último que quería ese día
- Vuelvo por la noche, traeré torta – fue lo único que dije antes de salir.
Iris me estaba esperando afuera en su auto, a pesar de estar siempre en desacuerdo con lo que hacía y de cansarse de darme consejos que rara vez acataba; seguía ahí conmigo.
- Traigo un par de pañuelos en los asientos traseros, no te olvides de bajarlos
A pesar de todo me hizo reír.
Manejo un buen tramo de la ciudad pues los flamantes novios escogieron un lugar campestre para la ceremonia. Genial.
Al final llegamos, fuimos recibidos y asignadas a nuestra mesa la cual estaba muy cerca del lugar en donde se darían el "si". Maldita perra, ella escogió mi mesa, estoy segura.
Nos sentamos ahí y poco a poco conocidos se fueron acercando a saludarme mientras les presentaba a mi amiga de toda la etapa universitaria.
Había personas, amigos de la novia, que me miraban con indignación e incluso con ironía. Iris se dio cuenta y solo se le ocurrió abrazarme.
- Estoy bien nena, necesito aire – dije levantándome de la mesa y caminando por el lugar.
Era inmenso, un gran jardín; en verdad se lucieron con el lugar. Camine buscando el lado más solitario pero pendiente de mi teléfono esperando un mensaje de Iris para volver.
Miraba hacia el horizonte abrazándome a mí misma, los recuerdos invadían mi mente y las lágrimas mis ojos.
Sentí unas manos pasar por mis hombros, pero no eran unas manos cualesquiera, eras SUS manos, volteé de inmediato y lo encontré, vestido de novio y con el corbatín mal puesto
- No deberías estar aquí – dije mientras arreglaba el corbatín
- Sabía que estarías aquí – dijo con la seriedad que lo caracteriza – eres predecible
Baje mi mirada evitando el contacto visual pero entonces tomo de mi mano y jalo de mi como aquella vez en el parque.
- Oye que haces... - dije, pero no me respondió y yo solo lo seguí
No caminamos mucho, llegamos a una cabaña un poco vieja, dentro de ella había un montón de paja acomodada.
- ¿Que se supone que hacemos aquí? – pregunte
