Parte única

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Los alfas no sé enamoran de otros alfas, ellos buscan una hermosa omega a la cual poder marcar y llenar de pequeños cachorros regordetes. Los alfas compiten con otros alfas, quieren dominar y demostrar su poder, ellos jamás se besan o abrazan, son la casta dominante, nunca podrían permitirse mostrar debilidad entregándose en cuerpo y alma a un semejante.

Luis siempre ha sido el mejor amigo de Robert, ambos son alfas, ambos son hombres, él sabe que jamás podrá acercarse como algo más que un amigo, es imposible intentar algo más allá. Su naturaleza les impide estar juntos, el instinto siempre es más fuerte, un alfa jamás podría querer a otro, no de esa manera.

- Ni lo pienses Luis. - se repetía todos los días refrenando su deseo de llamar a su amigo para dar las buenas noches. - Eso no lo hacen los amigos. Eso solo lo hacen las colegialas. - luego siempre a la misma hora el teléfono sonaba, era Robert preguntando por su día y dandole las buenas noches.

Los alfas no hacen eso.

Luis amaba los ojos verdes profundos de Robert, su piel canela y el hecho de de que sea un poco más alto que él, alucinaba cada día por estar abrazado entre sus gruesos brazos, unos propios de un alfa de primer nivel, al igual que él.

Habían sido amigos desde que tenían memoria, se criaron como parte de una misma manada. Han permanecido cerca toda la vida, compartiendo secretos, historias, experiencias.

- Más que amigos, somos más que amigos Luis - le dijo Robert una vez cuando tenían quince a los quince años. - somos como hermanos.

Robert ya marcó a una omega, una caprichosa y con un carácter difícil. Una digna representante de su casta, decía Luis, de esas amaban vivir a despensas de su alfa. Amanda amaba viajar dejándo a Robert solo en casa, él le daba todo el dinero que esta le pidiera, sólo para no escucharla rabiar.

A pesar de de todo, era ella la afortunada que llevaba la marca del alfa de los ojos verdes, era a ella a quien él reclamaba en sus celos. Todo ello, para molestia de Luis.

Ella vivía cerca del alfa cuando aquello ocurrió, jamás habían cruzado más palabras que un simple saludo. Robert siempre le dijo a Luis, cuando este lo invitaba a acercarse a la mujer, que ella no era su tipo, que preferiría a cualquiera antes que a ella.

Pero la naturaleza es inevitable, los celos de ambos, alfa y omega, coincidieron y despertaron del valor cierto día en la misma cama, sin recordar siquiera como terminaron allí. La visible marca en el cuello de la omega fue la prueba irrefutable de que el vínculo estaba sellado. El alfa la había reclamado como suya.

- Eres un idiota no quiero volver a verte! - gritó Luis a Robert luego de encajarle un puño, que le arrojó al suelo, justo sobre el puente de la nariz, el fuerte golpe logró desviar el tabique del alfa de la piel canela y causarle una hemorragia nasal.

- Maldita sea Luis, estaba en celo - trató de excusarse inútilmente - no recuerdo nada, juro que había tomado precauciones para que este tipo de cosas no sucedieran. Tomé mis supresores, me encerré en mi habitación,pero mi celo estaba fuera de control. Fue más fuerte que cualquiera que hubiese tenido antes, perdí la conciencia y para cuando desperté, ella ya estaba aquí, ni si quiera nós conocemos, no significa nada, vamos amigo por favor.

La palabra amigo le devolvió a la realidad, sólo eran eso, amigos, con qué derecho podría reclamarle. Cerró sus ojos con resignación, Robert podía hacer lo que quisiera, de igual forma es lo que debe hacer todo alfa, marcar alguna omega. Ya era hora de que el alfa consiguiera pareja, tal vez él debería hacer lo mismo.

- Ve con tu omega, ella necesitará a su alfa para atender la mordida... amigo - atinó a decir antes de salir del lugar y maldecirse internamente por no ser omega, por primera vez en su vida renegó de haber nacido siendo un alfa.

Un Regalo Para Robert Donde viven las historias. Descúbrelo ahora