CAPÍTULO 52

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—Gracias por todo, Raizad —digo despidiéndome.

—De nada, cariño. Recuerda que ahora eres una Britt —sonríe al decir lo último—. Esta semana estaremos allí para los preparativos.

—Las estaré esperando —la abrazo.

—Te extrañaré mucho, hermosa —dice Aurora caminando hacia mí. Hago un puchero.

—Yo igual —le sonrío— Gracias por la hospitalidad —digo mirando a mi casi suegra y a mi casi abuela.

—Cuñada mía, suerte con este controlador —dice Mariana, recién levantada—. Me encantó mucho pasar tiempo contigo. Qué suerte, tiene mi hermano.

—Gracias, a mí también —le sonrío mirándola fijamente, notando un golpe en la comisura de sus labios. Trato de no darle importancia en el momento y sigo despidiéndome de toda la familia de Azael.

Después de eso, nos subimos al auto hacia el aeropuerto. Reviso mi celular y veo los muchos mensajes de WhatsApp de las chicas, riéndome de uno u otro mensaje.

La puerta del auto se abre, sacándome del mundo de las redes. Bajo con mi cartera de mano hacia el jet. El capitán de vuelo y la azafata nos saludan mientras subimos y nos acomodamos en los suaves asientos. Nos indican que nos abrochemos los cinturones para el despegue, cosa que hacemos de inmediato. Azael no deja de mirarme, lo que me hace removerme incómoda.

—¿Qué miras?

—¿Tu bello rostro? —Miro hacia la ventana, sonrojada.

—Tenemos mucho trabajo —digo sin mirarlo, desviando el tema.

—También reuniones. Saldré mañana por la mañana a Boston —me indica.

—¿Entonces no habrá reunión del mes? —pregunto confundida.

—No, necesito revisar unos papeles de la empresa dirigida por mi hermano —asiento, aún sin comprender.

—¿No manejan el mismo producto? —niego.

—Los tres nos desempeñamos en áreas diferentes. Eduardo en telecomunicaciones y Mariana en textil. Ya sabes lo mío —asiento comprendiendo.

—¡Qué cosas! —le sonrío—. La próxima semana será de locos —me tapo el rostro con las manos.

Azael se carcajea—. Mi madre y mi abuela no te dejarán ni respirar —dice— Les has agradado mucho.

—Es lo que esperaba —muerdo mi labio— Lo mejor de todo es que tu padre ni siquiera se me insinuó ni dijo algo incómodo —comento un poco extrañada.

—Sorprendente, aunque aun así debes tener cuidado cuando estés sola. Nunca se sabe con Andriel Britt —asiento.

—Lo tengo en cuenta —sonrío.

—Tienes tarjeta abierta para los preparativos. Te la daré después de que vuelva de Boston.

—No es para tanto, si es algo sencillo es mejor —hago un puchero.

—Imposible. No te dejarán hacerlo sencillo, solo observa el anillo —dice mirando mi mano— Mamá se volverá loca.

—¿No sientes remordimiento? —le pregunto— Porque es algo incómodo llevarlo.

—Un poco, pero puede ser que la abuela tenga razón —ruedo los ojos.

Así pasamos todo el viaje, decidiendo, o, mejor dicho, advirtiéndome de todos los lujos que tendrá la boda. Mi cuerpo se estremece solo de pensarlo.

Azael me deja afuera de mi casa. Gracias a Cristóbal que me ayuda con la maleta. Ahora que lo pienso, fue demasiada ropa para un par de días. Me despido de mi jefe con un "gracias por todo" y entro al edificio con Cristóbal a mi lado.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora