윤민; [¿Puedo invitarte una copa?] 〔+18〕→ y.m

─¿Puedo invitarte una copa?

Sus ébanos ojos se paseaban por todo aquel lugar de colores clásicos pero llamativos dándole un aire tranquilizador con la refinada obra de Chopin »Nocturne op.9 No.2« sonando de fondo con las melodías del piano sonando en su esplendor. En su mano izquierda sostenía una pequeña cuenca con Makgeolli que se movía a la par con la música, sus párpados se cerraron por la paz, el humo del tabaco estaba presente al igual que las risas elegantes; un lugar de alta categoría, las mujeres llevaban largos vestidos de piezas caras con lentejuelas o simples, aros de diamantes y zapatos costosos. El barman le ofreció otra botella que aceptó pero sus palabras quedaron atrapadas por su lengua al encontrarse a lo lejos con un hermoso hombre de cabellos dorados y mirada boscosa que le sonreía de manera coqueta. Devolvió el gesto con el objetivo de seducir al ser con una belleza de otro mundo e inigualable.

Sus grandes manos descoloridas y con varios trazos de líneas verdes que sobresalían, acomodaron su corbata para levantarse y caminar hasta el chico que le mostró una gran sonrisa al llegar a su lado para sentarse en el taburete al costado de la barra.

—Buenas noches, señorito...

—Park —completó la frase carismático pero no perdiendo el aire cálido que desprendía con sus sedosos cabellos cayendo a un costado de su frente, piel pulida, unos belfos de color cereza que encerraban su dentadura brillante, sus ojos verdes se posaron en el pálido hombre—, soy Park, Park Jimin, buenas noches también para usted, ¿puedo tener el atrevimiento de preguntar por su nombre?

El hombre carcajeó— Min Yoongi, bonito —Le guiñó un ojo, su traje Gucci de corte slim color marrón dorado se le amoldaba perfectamente al cuerpo añadiendo atractivo a su figura y apariencia. Jimin ladeó su cabeza formando pliegues en su traje negro para cruzar sus piernas dando una postura más sexy y atrayente— ¿Puedo invitarte una copa de champagne?

Jimin balanceó la parte superior de su cuerpo en modo de interés, asintiendo a su pregunta, agrupando parte de su cabellera para moverla detrás de su oreja izquierda. Ambos mantenían ese brillo singular en sus ojos.

Yoongi llamó al barman— Disculpe, dos copas del mejor champagne que tengas.

—¿Y qué haces por estos lados, Señor Min? —El rubiecito se acomodó en su lugar, viajando en las facciones que tenía aquel hombre juvenil, tan guapo y caliente ante sus ojos.

—Quiero tener una noche de diversión y paz —Sonrió de lado recibiendo una copa alta en forma de Tulipa sin apartar sus ojos de Park quien tomó la otra, sus miradas se mantuvieron denotando la tensión entre ellos y el deseo por probar al otro, el rubio sonriendo por el sentido que tomaba esa frase con esa expresión—. ¿Y tú, precioso? ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo que tú, guapo —Alzó su copa en agradecimiento para darle unos sorbos, levantándose de su asiento y haciendo un movimiento de cabeza para que sea seguido por el pálido que no dudó ni dos segundos en caminar detrás de él, yendo en contra de sus instintos al desear sostener esas caderas con sus manos que se balanceaban de un lado a otro de manera lenta y acentuándose en su voluptuoso trasero apretable.

«¿Cómo puede existir alguien tan caliente en este mundo?»

Jimin elevó las comisuras de su boca, sus dientes atrapando su brillante labio inferior cuando notó que era seguido. Le dio otro sorbo a su bebida y ahora el lugar quedó bajo el dominio total de Mozart. El bajo tomó de la mano de Yoongi para tirarlo dentro de una de las habitaciones que le pertenecía al bar, un local en las recónditas calles de Seúl bajo el salpicado estelar en el oscuro cielo siendo la Luna su protagonista. El rubio no aguantó para quitarle la copa de la mano a Min y dejarla a un lado para acercarse a él.

—¿Me desea, señor Min? —Sus ojos filosos lo observaban, oscuros y con burla, retándolo a poseerlo. Sus manos hormigaron con sentir la lechosa piel bajo sus yemas, marcarlo y moldearlo a su antojo. Llevó sus dedos a su corbata para desahacer el nudo y luego los posó sobre la barbilla del contrario que estiró sus labios en busca de un beso, uno que consiguió con éxito.