— ¿Cómo se declara el acusado? — En ese momento era una masa temblorosa en medio del tribunal. Sus ojos asustados viajaban por toda la gente que había asistido, por entre las cámaras, reporteros, jurado y por último se posaron en el juez, un hombre aparentemente mayor por el sus manos de sus manos envejecidas y las enormes ojeras de sus ojos.
Algunos flashes cegaron sus ojos momentáneamente, haciéndole parpadear unas cuantas veces antes de volver a mirar a toda la multitud reunida.
El silencio de la sala parecía querer ahogarlo con las voces de su mente, al igual que ese enorme nudo en la garganta que no podía tragar y ese horrible pinchazo en el corazón que sentía cuando miraba aquellas fotos frente a él. Esas que le revolvían el estómago y lo ponían ansioso a tal punto que había clavado sus pequeñas uñas sobre la palma de sus manos cuando habían sido presentadas durante su interrogatorio. Eran horribles....no, peor que eso ¿Cómo podían identificar a las víctimas en aquel festival de carne, sangre y vísceras? No lo sabía, pero eso no evitó que un escalofrío trepara por su columna obligándole a bajar la vista de aquellos cuerpos mutilados dentro de bolsas, maletas o mochilas.
— Inocente... — Fue lo único que se dejó oír antes de que un enorme caos se desatara en medio de la sala.
Yuri juró que sus ojos estuvieron a punto de salirse de sus cuencas y lo hubieran hecho si no se obligaba a parpadear un par de veces para verificar que no estaba en medio de un sueño húmedo, lúcido y extraño.
Para su mala suerte no era así.
Estaba completamente desnudo sobre su cama, con su dildo y la botella de lubricante al lado y su ex-mejor amigo sobre él besándolo en los labios y tomándolo de las caderas tratando de frotarse de forma obsena con él.
¡Sí, maldita sea! Era su sueño hecho realidad, o algo parecido. Pero era así. Estaba siendo besado por segunda vez por esa boca hambrienta, deseosa y sedienta de mezclar sus fluidos de una manera poco decorosa. No era un beso tímido, tierno, suave ni mucho menos que pedía perdón, era tan intenso que no podía hilar sus pensamientos mientras esa lengua escurridiza se deslizaba con maestría domando la suya y marcando su paladar como su territorio. Era un beso poderoso, como Beka mismo.
Quiso alejarse, al menos hizo el intento cuando sus manos laxas buscaron empujar, con menos fuerza que la de un bebé, el pecho de aquel ardiente moreno en dos oportunidades que no hicieron más que lograr que el estado de posesividad del mayor se intensificara y terminara por acercarlo aún más a su cuerpo pasando sus manos por su espalda, obligando a su pelvis a elevarse un poco y sus manos traicioneras dejaron de responderle para moverse solas por sobre los brazos tonificados del músico y ascender por sus bíceps hasta rodear su cuello.
¿Estaba mal? ¡Claro que sí! pero eso no le importaba cuando la erección que había estado buscando durante toda la noche llegó repentinamente con unos cuantos balanceos de Otabek que parecía querer comérselo en ese momento. Parecía que Otabek pensaba igual cuando escuchó los acordes de una guitarra acústica venir desde su móvil el cual arrojó contra la pared más cercana cuando lo ubicó dentro de su bolsillo derecho. El pobre aparato cayó desarmado luego de estamparse y hacer un ruido tan estridente que creyó escuchar a Potya maullar asustada fuera.
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Simon Says [OtaYuri]
Mystery / Thriller"Simon dice que entres" Yuri Plisetsky tiene tres meses para conseguir suficiente dinero para la operación de su abuelo y se aferra a una leyenda urbana llamada Simon Says, una aplicación que solo unos pocos pueden encontrar... pero una vez que la...