Capítulo 13: Mio y Alios

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«El palacio real, un lugar magnífico, lleno de grandes pasillo y hermosos ventanales. Aquel día, un joven e inexperto Shen fue escogido junto con un selecto grupo como guardia de la princesa Ling y sus dos pequeños, la mujer debía hacer un viaje por cuestiones políticas ya que su padre no tenía la oportunidad.

De apariencia joven una tez clara como la nieve y una figura esbelta, la princesa era admirada por todos en el reino, ese día la mujer vestía un precioso hanfu de color verde con extremos dorados y una horquilla en forma de flor sujetando su larga cabellera dejando dos largos mechones hasta su pecho, ella era acompañada de sus dos hijos, unos pequeños mellizos de no más de siete años, la bella mujer pasó frente a las tropas deslumbrando a todos los varones entre ellas.

Quizá fue el destino, tal vez sólo coincidencia, pero por alguna razón ella sintió que debía voltear a ver a los hombres que la escoltarían ese día. De entré todos ellos, uno en especial llamó su atención, un soldado más pequeño de lo normal, grande fue su sorpresa al ver que se trataba de un niño, un jovencito un poco mayor que lo suyos, solamente dos o tres años más ¿Cómo podía alguien tan pequeño estar entre las tropas?

-¡Capitán! -dijo con autoridad.

-¡¿Sí?! -un hombre alto con una gran barba golpeó su pecho.

-¡Dígame! ¿Qué hace el pequeño aquí? -dijo señalando al niño. Esté no es lugar para jugar capitán.

-¡Lo sé! En realidad, él es... Parte de nuestro escuadrón su alteza.

-¿Me está usted tomando el pelo? -dijo muy enojada.

-¡Para nada! Su alteza, él es un prodigio, es entrenado personalmente por el señor Da Xiang, está no es la primera misión que cumple bajo mis órdenes -el hombre estaba asustado, si hacia enojar a la princesa o la insultaba de alguna forma seguro perdería la cabeza.

-¿Prodigio dice? A mí me parece un chico normal.

-¡TÚ! Al frente -ordenó el capitán al pequeño.

De inmediato éste se colocó frente a la mujer, tal como ella supuso, un poco mayor que sus hijos. Ella pudo ver al chico, sucio y rasponeado de la cara, sus ojos tristes y vacíos causaron lástima en ella.

-¡Dime! ¿Estás cansado? ¿Tienes hambre?

El pequeño negó con la cabeza sin perder el semblante serio.

-Vamos, si necesitas algo sólo dímelo ¿Sí?

El chico asintió y regreso a la fila, dicho esto, la mujer subió junto a los niños al carruaje y comenzó su marcha seguida de todo un escuadrón de soldados, alrededor de treinta hombres marchando al compás con meticuloso orden. El viaje de ida duró casi dos días, acamparon fuera una de las noches y llegaron a su destino la siguiente, la princesa no tardó más de medio día en el lugar, unas cuantas firmas de documentos y un par de estrechamientos de manos y listo, partieron de regreso antes del mediodía, al pasar la primera vez por el camino, ella encontró un campo de flores, le pareció buena idea detenerse a descansar y pasar el día con sus hijos. Mientras veía juguetear a los dos mellizos recordó al pequeño soldado, giró la mirada buscándolo y ahí estaba, inmóvil como el resto, vigilando siempre alerta, la armadura de tamaño reducido le causó algo de gracia, era como ver un niño jugando.

Cuando el ocaso llegó, se prepararon para seguir su camino, lo que nadie sabía es que ya los esperaban, en ese momento todos estaban desprevenidos, una lluvia de flechas oscureció el cielo, fue como ver la lluvia caer, el ataque fue dirigido al lugar donde más soldados había, más de la mitad incluyendo al capitán murieron casi de inmediato, tristemente el pequeño estaba en el lugar en ese momento. La princesa y los niños gritaron, el resto de hombres formó un círculo alrededor de la familia y se preparó para lo peor. De entré los árboles salió un gran número de personas incluso mayor que el número original de soldados, aun con su bastó entrenamiento, la diferencia de número causó lo inevitable, hasta el último de ello fue aniquilado mientras que los asaltantes a duras penas vieron su número reducido. Ojos maliciosos apuntaron a la princesa y sus dos niños, ella gritó mientras la sujetaban y separaban de ellos. Una de esas bestias la sujetó del cuello y ordenó callarse, lágrimas bajaron por su mejilla, escurrieron por la mano del hombre y gotearon hacia el suelo. Antes que la primera gota tocará el piso, la mano del sujeto ya había sido separada del resto de su cuerpo, un bramido de dolor y chorros de sangre manchado las bellas flores alertando a los asaltantes.

El pequeño soldado sostenía la mano cercenada con suma tranquilidad, sin siquiera poder reaccionar, el más cercano a él vio su yugular cortada fácilmente, el chico corrió a toda velocidad hasta el siguiente clavando sus garras en su pecho y arrancando su corazón. Bañado de sangre, volteó a ver a sus atacantes y esbozó una cruel sonrisa que combinada con sus fríos ojos dorados le daban una apariencia feroz y casi maligna.

Una flecha apuntó a su corazón y éste la atrapó con sus manos, dio un giro completo y la regresó más rápido y fuerte clavándola en la cabeza del arquero. "Ataquen bastardos" gritó alguno entre la multitud, todos se abalanzaron sobre el pequeño soldadito confiados en su número, lástima que para él los números sólo significaban eso, números y nada más.

Recogió algunas armas de sus compañeros caídos y empezó la masacre. Sostenía la espada con maestría sublime, como si hubiese blandido la hoja durante décadas, no eran cortés a lazar, eran precisos y potentes, su número se reducía con velocidad, cuarenta... treinta y cinco... treinta. Cada vez que un arma se rompía o quedaba inútil sólo la remplazaba por otra, incluidas las de los bandidos. Éstos por su parte no eran capaces de asestarle ni un golpe, era como pelear contra el viento o neblina, el pequeño era muy ágil y veloz.

Cuando quedaron menos de diez, todos menos dos huyeron despavoridos, el jefe y un muy valiente idiota se quedaron, este último sujeto a Mei, la hija y el jefe, un hombre de aspecto andrajoso y cabello desordenado sujetó a la princesa con un cuchillo apuntado a su cuello.

-¡Decide! ¿A quién salvarás?

-¡A ella! Por favor ¡Sálvala a ella! -gritó desesperada la princesa.

El soldadito tomó camino al jefe aumentando la velocidad y preparando su espada. Listo para recibirlo, el sujeto apretó el cuchillo esperando acabar con él, el pequeño soltó su arma recibiendo una puñalada en el brazo izquierdo, pero a su vez tumbando a su oponente en el proceso, rápidamente arrancó la daga de su carne y la arrojó con una precisión impresionante contra el otro individuo, el cuchillo atravesó su frente por la mitad cayendo muerto al instante soltando así a la niña.

Mientras tanto, el otro sujeto forcejeo y pataleo intentando zafarse del agarre, pero fue inútil, Shen lo sujetó del cuello, la fuerza del mocoso era irreal, le golpeó tantas veces las costillas que se cansó antes de lograr algo. La mirada fría del chico se enfocó en sus ojos, apunto de salirse de sus cuencas, logró ver cómo él lo disfrutaba, empezó a sacudirse lleno de desesperación y lágrimas salieron de sus ojos, los forcejeos fueron disminuyendo hasta que dejó de respirar y finalmente murió.

La princesa abrazo a sus niños con ternura y revisó si estaban sanos y salvos, volteó atrás y se encontró con el pequeño soldado, totalmente sereno ante el baño de sangre, él dirigió sus ojos dorados a la familia.

-¿Se encuentran bien? -preguntó.

La mujer se acercó al chico y limpió su rostro con su manga, revisó su brazo y lo vendo con un trozo de tela que arrancó de su ropa para sorpresa de este.

-Estamos bien, gracias, nos has salvado -respondió ella. Observó al chico un momento, sus ojos llamaron mucho su atención. Oye, esos ojos ¿Eres un Xing long verdad? ¿Cuál es tu nombre?

-Soy Shen -el chico se quitó su casco y dejó caer su espada, sus colmillos crecieron y paso a su forma de dragón. Aunque considerablemente más pequeño que aquel que verían años más tarde Elizabeth y compañía, no dejaba de lucir imponente y hermoso, escamas negras como la noche y patrones azules adornando todo su cuerpo serpentino, hizo un gesto con su cabeza y la familia subió a su espalda, él alzó vuelo y tomó camino al palacio, apenas llegaron las campanas de alerta sonaron y los soldados se prepararon para un ataque. Pero, en cuanto vieron a la princesa sobre su lomo, detuvieron la ofensiva y por el contrario le indicaron donde descender.

-Princesa ¿Qué fue lo que ocurrió? -preguntó un guardia mientras la ayudaba a bajar.

-Una emboscada, si no fuera por este chico no sé qué nos habría pasado.

Él regresó a su forma humana y fue felicitado por los guardias, mientras tanto la princesa y los niños fueron llevados a ser atendidos, ella miró al chico quedarse atrás sin poder agradecerle como es debido.

Esa sería la primera vez, pero no la última que se verían, ese encuentro decidió el futuro no sólo de Xing, si no del mundo entero.»

Fairy Tail: ValhallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora