La mirada fugaz que le regalo antes de apartar la vista, al casi verse pillado ante el espectro de sus orbes negros le hicieron regresar la vista a su libreta abierta.
El lápiz volvió a tachar el nombre que había escrito junto al suyo, mientras llevaba una mano a su cabeza y negaba tratando de espabilar los contrariados pensamientos que brotaban cada día con mayor fuerza cual caudal.
"Esto debía ser una locura" se dijo la primera vez, cuando su corazón palpito cada vez más rápido al verle frente al pizarrón para presentarse.
Y cuando sonrió sus mejillas se arrebolaron al encontrarse sus miradas.
"¿Acaso esto podría ser...?" "No, por supuesto que no, no podría ser" se regañó día tras día tratando de ocultar la realidad que comprendía cada vez más a la perfección.
No podía haberse enamorado del chico nuevo, pero, si fuese así... ¿Por qué?
¿Qué tenía ese chico como para hacerle perder la cordura?
¿Era su piel trigueña? ¿O era acaso esa peculiar mirada que le regalaba sin querer? ¿Era el brillo de sus ojos? ¿O la sonrisa que enmarcaba sus labios de vez en vez?
—¡Rivera, preste atención! —le regaño la profesora, el chico tacho una vez más el nombre de Hiro tras haberlo escrito sin querer.
Cerrando la libreta levantó la vista para mirar las ecuaciones que estaba seguro no podría entender. Después de todo, las matemáticas no eran su fuerte, mientras un par de risas se estacionaron detrás de su espalda.
"Solo un día más" se dijo así mismo tratando de mantener la calma puesto que si obtenía otro reporte a lo que menos le debería de tener miedo era a la chancla de doña Luisa, su madre.
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Hiro Hamada suspiro por tercera vez al ver lo que ya sabía enseñado el profesor, era listo lo sabía y las clases tan aburridas... Tan poco prácticas ¿Qué debía hacer si todo lo que enseñaban se lo sabía de memoria?
Tal vez había sido un error no haber aceptado el programa avanzado que le habían propuesto.
Mirando las manecillas del reloj, el tic tac del segundero resonaba estrepitosamente en su cabeza, esperando así la oportunidad de guardar sus cosas e ir a casa, aunque al final tal vez terminaría vagando por entre las calles hasta que su tía volviera del trabajo.
Hiro no tenía amigos y tampoco los esperaba, para él aquello era una pérdida de tiempo, ¿Por qué encariñarse si al final todo lo que alguna vez quiso lo dejaría?
Como por ejemplo; sus padres.
Su hermano mayor Tadashi.
Sin embargo esta vez algo curioso había sucedido, dentro de su escritorio se encontraba un curioso objeto a un lado de su cartucho de lapiceros. La suave sensación rozo las yemas de sus dedos cuando los acerco, mirando al rededor se aseguró de que nadie lo estuviera viendo para inclinarse y ladeando el rostro observó la pequeña flor dentro; encima del estuche de baymax junto al libro de historia.
—Esto... —frunció el entrecejo mientras palpaba la flor.
—Joven Hamada —le llamo la profesora, dejando así de lado la acción de tomarla entre sus manos. Sacando rápido el libro y la lapicera los metió en su mochila para después dirigirse hacia al frente. —¿Cómo te ha ido en las tutorías?
Apretando la correa de su mochila, bajo los hombros, tratando de encontrar las palabras correctas se mordió la lengua sin querer.
—Nada mal —soltó tan rápidamente que creyó que tendría que volver a repetir su respuesta, sin embargo solo observo la sonrisa de la mujer y poco después escucho el sonido de la campana para al fin poder irse de ahí.
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Margaritas
FanfictionMiguel se ha enamorado profundamente sin esperarlo, ¿Cómo lidiará este sentimiento que crea un vuelco en su corazón? Mientras tanto Hiro Hamada se ha estado encontrando con margaritas en su pupitre ¿Quién será el responsable de esta extraña acción? ...