Tinta nostálgica

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El fuerte pero dulce aroma a flor de loto que desprendía el comedor se vio atrapado en las fosas nasales de los Dos Jades de Lan, quienes, acostumbrados a la fragancia de las magnolias, aspiraban profundamente intentando familiarizarse con la singular esencia de Yunmeng.

Debido a que Lan Wangji siempre almorzaba con la única compañía de su hermano mayor y su tío, no dudó en sentarse lejos de todos los discípulos pertenecientes a la secta Yunmeng Jiang. A su lado se encontraba Lan Xichen con una curiosa mirada que vagaba hacia cualquier rincón de la enorme sala. Aunque lucía igual de perdido, estaba prestando especial atención a todo lo que ocurría a su alrededor.

El ambiente era totalmente distinto al que envolvía Yun Shen durante el almuerzo. Mientras observaba a los demás comiendo y creando bullicio, notó que unos cuantos jóvenes no dejaban de admirarlos como si fueran dos seres celestiales que habían descendido al Reino Mortal. Sin pensar mucho en las consecuencias, él les dedicó una suave sonrisa, toda su amabilidad agitándose alrededor de él como una cometa. Acto seguido, la piel de aquellos rostros se convirtió en el color de la sangre y todos se giraron rápidamente. De nuevo las miradas acabaron clavadas en los platos que había encima de la mesa. Una voz áspera surgió entre ellos, su tono irradiaba burla.

―¿Son tontos? ¿Por qué se sonrojan como vírgenes?

―¿No será porque lo son?

―Estúpido carente de sentimientos.

―¿¡Qué me llamaste, idiota!?

―No tiren comida al suelo o Jinzhu se enfadará. Y si ella se enfada, Madam Yu también.

Silencio...

Lan Xichen comprendía que la secta Yunmeng Jiang era completamente diferente a la secta Gusu Lan, pero jamás pensó que podría llegar a oír una conversación tan extraña e informal entre discípulos como la que había presenciado. Pestañeó unas cuantas veces antes de voltearse y mirar a su hermano. Lan Wangji pareció emitir un suspiro de molestia, dejó los palillos de madera al lado del cuenco ya vacío y, mientras se limpiaba la comisura de sus labios con un fino pañuelo celeste, murmuró:

―Mucho ruido...

Y así, la hora del almuerzo llegó a su fin.


Desde su llegada a Muelle de Loto, el dizi que acompañaba a Wei Wuxian en sus aventuras había llamado enormemente la atención del Segundo Jade de Lan. Aquel muchacho lo zarandeaba de un lado a otro, lo hacía girar entre sus dedos y a veces usaba el instrumento como rascador de espalda. Las cejas de Lan Wangji no podían juntarse más.

―¿Qué debería enseñarte primero?

Con el pasar de las estaciones, la oscura melena de Wei Wuxian había crecido apenas tres dedos. El mechón salvaje en su fleco también se había curvado más, resultando en la forma de un gracioso gancho. Más allá de eso, nada había cambiado en él. Viéndolo de espaldas mientras caminaba, Lan Wangji bajó la mirada manteniendo una actitud tranquila y dejando que aquel muchacho lo guiara por los alrededores de Muelle de Loto.

De repente, su atención se vio succionada por un grupo de jovencitas que saludaron con brillantes sonrisas a Wei Wuxian. Este bromeó deliberadamente, acercándose y llamándolas «buenas hermanas, hermanas preciosas» de manera que sonó como un cumplido dedicado a todas ellas. Las jóvenes conocían al discípulo principal desde hacía tiempo y por tanto estaban acostumbradas a su personalidad extrovertida y a sus piropos. También eran unas amantes del arte; del dibujo y la poesía, mas tal mundo todavía era medido por el estatus social y, sobre todo, el género de la persona. De este modo, Wei Wuxian se había convertido en un buen amigo con el que poder hablar sobre sus pasatiempos favoritos sin ser señaladas.

「Cuarzo cristalino」|  WangXian | Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora