"La calidez que tenía contigo me acompañara, incluso si solo son recuerdos borrosos y confusos, donde solo puedo recordar ligeramente tus ojos y tus manos"
Habían pasado poco más de tres años desde el nacimiento del pequeño Alexander quien cada día era más hermoso e inteligente especialmente para su corta edad, él ya era capaz de hablar de una manera mas o menos fluida, caminaba con seguridad pero sobre todo su risa llenaba la residencia, conforme crecía tomaba más parecido a Maureen teniendo el mismo color de su cabello y ojos azules aunque los de él eran un poco más claros.
Regresaron a la mansión cuando el pequeño tenía tan solo un año de edad, el día de su llegada fue un poco confusa para los residentes del lugar puesto que había rumores asegurando que Maureen había muerto o que simplemente se había cansado de la vida que le daban los Spencer, su llegada hizo que los rumores ahora se acrecentaran asegurando que el niño que traía en brazos fue producto de una aventura y que William en su infinita misericordia la había perdonado, los rumores ahora solo se dedicaban a sacar conclusiones equivocadas.
Pero estaban completamente equivocados, en la residencia cambiaron tres cosas fundamentales, a lo largo de estos años, lo primero con Alexander ahora había más ruido su risa estaba por todos lados, sus pequeños pasos cuando seguía a su madre o Agnes quienes lo cuidaron desde bebé, simplemente disfrutaba ir detrás de ellas ya sea en la cocina viendo como preparaba Agnes cada platillo o el momento favorito del pequeño cuando su madre se ponía a pintar en el jardín y él simplemente se ponía a su lado observando el jardín, mientras veía las hábiles manos de su madre, el pequeño poco podría entender realmente que es lo que pintaba pero amaba los diferentes colores, había ocasiones en las que simplemente metía mano en ellas y terminaba manchándose todo su rostro, inclusive su ropa mientras su madre solamente reia ante tal travesura, podía pasar horas observando, viendo como los colores surgían y formaban bellas imágenes, la mayoría de las ocasiones él terminaba dormido obligando a Maureen cargarlo para llevarlo a descansar.
Lo segundo que había cambiado era el tiempo que tanto John como William pasaban en la casa, aunque la ausencia más notoria era la de William quien a veces solo llegaba a pasar solo dos o tres días los cuales pasaba encerrado en su estudio sin salir siquiera a respirar y la ultima y la que tal vez estaba volviendo a Maureen más desesperada por alguna razón lógica, era que ni ella ni el pequeño podían salir a la calle, en más de una ocasión quiso enfrentarlo y lo hizo obteniendo como respuesta que su obligación era obedecerlo y no necesitaba nada del exterior; esa situación la hacía sentir encerrada, como si fuera un objeto que solo está ahí para decorar la mansión, hubiera preferido quedarse en aquella casa donde su hijo nació, por lo menos ahí era más libre podía salir sin dar explicación alguna, fueron tres años que la comenzaban a llenar de frustración y de dudas, inclusive nunca le explicó aquella profecía que a veces en sueños repetía Maureen, el trato que William daba a Alexander era lejano, solo se acercaba a él cuando le daba el pequeño frasco que contenía la sangre que debía consumir.
Ya no había caricias ni esa calidez que alguna vez sintió y la hizo pensar que el amor que ella sentía era mutuo, ahora solo había soledad, encierro, que se disipaba cuando veía una sonrisa inocente y escuchaba como era llamada "mamá"
Los días pasaban y la situación era más sofocante, la misma rutina, las mismas noches que se quedaba en su cuarto pensando ¿Qué cambio? ¿Es por qué ahora tenía un hijo? Muchas veces escribía para practicar pero también para sacar todo lo que la agobiaba y no podía ser dicho.
Era un día cálido de esos que anunciaban que el invierno se acercaba pero aún así no era suficientemente frío para calar los huesos, temprano había llegado William lleno de regalos para el pequeño e incluso para ella, durante la tarde los tres estaban en el jardín, pudo ver una escena que siempre había añorado su hijo entusiasmado descubriendo la función de cada uno de sus nuevos juguetes mientras su padre le indicaba como usarlos con toda la paciencia, en un momento Alexander se levantó y empezó a correr, detrás de él William lo perseguía para sujetarlo en sus brazos, lo veía reír algo muy raro en él, especialmente en los últimos años, cuando estaba en brazos de su padre pudo ver como el pequeño tocaba el rostro de su papá como si con sus manitas buscara grabar con todos sus sentidos las facciones de aquel hombre que solo había visto unas cuantas ocasiones pero que aun así lo quería y extrañaba; Maureen pensó "Esto es lo único que necesito para ser feliz, incluso si muero hoy lo haría contenta" .
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You're mine.
Любовные романыExisten amores que traspasan las barreras del tiempo y espacio, amores tan fuertes que el tiempo no deja que olviden ese sentimiento.