XIV

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8-10-19.

02:48

Me acariciabas la cara tan suave y lento. Qué bonita eras así. Sólo llevaba la camiseta que me negaba a quitarme puesta, pero tus sábanas me cubrían.
Te estaba mirando constantemente muy cerca de tí. No te dabas cuenta de la sonrisa tonta que tenía en la cara porque tú estabas viendo la película de la televisión. Estábamos en un silencio donde me habría quedado a vivir toda mi vida.

-Es bonita Love Actually, ¿eh Albi?- Tú eras más bonita, te lo aseguro.
No te contesté porque estaba en el Limbo. Estaba en ese momento de mi vida en el que no podía estar más en paz. Me encantabas. Quería todas mis vidas a tu lado. Sé que cuando te enteres de quién soy vas a irte. Me aterra que te vayas.

-Quédate- Lo dije en alto. Me miraste extraña y yo sólo intenté sonreír. No me salían las sonrisas porque tenía una tormenta enorme en la cabeza. Me daba tanto miedo perderte. Perdóname, por favor. Perdóname. Que te quiero de verdad Natalia. Te pienso cuidar. Voy a ser mejor, te lo prometo. Me entregaré a la policía y diré todo si tú me vas a esperar cuando salga, si es que salgo.

-Me pensaba quedar ya de por sí- Sonreíste. No me habías entendido. Quería que te quedases pasara lo que pasara. Aunque supieses que yo era una asesina.

Me diste un pequeño beso. Te quedaste descansando en mis labios. No te movías pero tampoco nos hacía falta. Gracias por quererme. Aunque no sea a la Alba real. Gracias por enamorarte de mí, por perdonarme. Gracias por ser tú Natalia. Eras mi vida entera. Y siempre lo vas a ser. Te lo prometo.

Cuando te separaste te quise decir la verdad. Te quise contar quién era. Y lo hice.

-Natalia. Te quiero enseñar algo.

Me miraste y asentiste sin decir nada. Estabas esperando. Me incorporé sentándome en nuestra cama. Digo, tu cama. El sitio donde a nuestros secretos y miedos les da miedo entrar porque saben que nos los comeríamos. Tarde o temprano. Y decidí dejar que entrase uno demasiado grande para mí. Esperaba que te lo comieses y no lo agrandases.
Me levanté la camiseta que llevaba puesta quedándome con un sólo sujetador rojo de encaje puesto, que encajaba perfectamente con mi piel blanca totalmente rota. Totalmente imperfecta. Llena de imperfecciones. De cicatrices de cigarrillos apagados. De hace dos y quince años. Todas juntas en un mismo lugar. Algunas más largas y finas. Otras redondas. Otras mejor curadas y otras menos. Otras que ya se han cerrado enteras y otras que están abiertas en mi cabeza.
Ojalá no hubiese tenido miedo de enseñártelas antes. Ojalá te hubiese conocido cuando era más pequeña.
Me miraste a los ojos y yo sólo lloré. En silencio. Como cuando me las hacían. Cuando me las hacía. Mantuviste tu mirada en mis ojos y luego la bajaste a ellas. Las llamábamos Miedos. ¿Te acuerdas? Siempre me preguntabas si mis Miedos se estaban curando o no. Y yo siempre te asentía poco convencida. Y siempre me decías que te dijese la verdad. Y luego lloraba en tu pecho. Joder Nat. Te echo tanto de menos... Lo siento tanto. No sabes cuánto me odio.
Levantaste tu mano del colchón y fuiste a rozar una de ellas. Pero te paré. Actuó el miedo, te lo prometo. Te solté la mano y la agarré a las sábanas. No me tocaste. Te miré y tú tenías la mirada incrustada en mis pupilas. Toca, Nat. Te prometo que este miedo nos lo vamos a comer juntas.

-Toca, pero despacio. Por favor- Ni te miraba. Me daba miedo hacerlo. Me avergonzaba de mi cuerpo y de Miedos.

Tu mano se apoyó en mi hombro. En realidad sólo fueron las yemas de tus dos dedos. Del índice y corazón. Y lo hacías tan suave. Sé que también te daba miedo que me doliesen. Pero yo necesitaba que me tocasen.

-Alba...- Tu voz era susurrada y yo miré hacia tí. Estabas llorando. Oh no, Nat. Tú no llores, por favor. Y menos por Miedos. No llores por Miedos. Ellas no me duelen si tú estás aquí. Te acaricié el pelo y te quité las lágrimas. No llores amor. Está bien. Miedos duerme plácidamente la mayoría del tiempo. Y no suele despertarse. Te sonreí un poco cuando me miraste y te asentí para que siguieses el trayecto de tus yemas. Sigue, por favor. Haces más de lo que piensas. Necesitaba que tú las tocaras.

-Te quiero- Y besaste la más cercana a tus yemas.

-Te quiero- Y besaste la de la derecha.

-Te quiero- Y besaste la del cigarrillo de hace tres años.

-Te quiero- Y besaste la primera.

-Te quiero- Y besaste la que me hizo mi padre justo antes de morir.

-Te quiero- Y besaste la que me hizo uno de los policías al llegar a prisión la primera vez.

-Te quiero- Y mi tormenta estaba desatada.
Y me besaste suave cada una de ellas. Cada Miedo. Cuantos más me dabas mejor quería ser para tí. Cuantos más me dabas más persona me sentía. Cuantos más me dabas más te quería. Gracias Nat. Por ser así. Por ser tú. Por tenerme así.

-¿Quién te ha hecho esto?- Estabas apoyada en mi hombro y yo te acariciaba la espalda subida a tus piernas.

-Mucha gente. Demasiada.

-Cuéntame la historia de cada una de ellas. Como si fuese un cuento para niños. Te voy a escuchar en cada una de ellas.

-No tenemos tanto tiempo Nat. Una noche no es suficiente.

-Pues me quedo todas las noches. Cuéntame ésta. Es la que más me gusta- Me señalaste la del policía de hace dos años.

-Me la hizo un policía al no hacerle caso.

-¿Estabas en la calle?

-No, en prisión. Estaba encerrada allí dentro por delitos de tráfico de drogas. Allí fue donde conocí a la que ahora es... Tu amiga. O tu novia. No lo sé.

-Mi amiga. ¿Pero tú traficabas?

-No. Era de mi padre. Y yo lo tuve que heredar. Al igual que el sitio donde te pegaron...Tuve que seguir llevándolo porque si no me matarían.

-Joder Alba. ¿Y no puedes huir de ello?

-Eso es lo que hago siempre. Me he cansado de huir.

Y te quedaste en silencio. Nos tumbamos y tú te apoyaste en Miedos. Y te quedaste dormida mientras yo te acariciaba el pelo. Me levanté porque Miedos estaba medio muerto pero aún no me dejaba dormir.

Me paseé por tu casa con tu sudadera puesta. Y lo encontré. Tu pistola. Junto a tu placa policial. Aún recuerdo que me dijiste que no eras policía. Me mentiste. Joder Nat. ¿Estás conmigo porque me quieres detener? Ahora lo entiendo todo. Ya me extrañaba que conocieses a la chica esa morena que también era policía. Era tu compañera. Mierda. Me había metido en el peor lío que había podido meterme. Me había enamorado de la policía que me quería arrestar. Y yo enseñándote a Miedos. Para que nos lo comiéramos. Me dejé besar por ti. Y lo peor de todo es que todo lo que me habías dicho era para camelarme y hacerme entregarme, ¿Verdad?
Eras una zorra Natalia. No podía ser verdad. Dijiste que no eras policía. Y te creí. ¿Cómo coño me dejé llevar por tí?

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Wola :))

Empieza EL DRAMA :D
Ya veréis ya veréis...

Os quierooo

¿Qué pasará ahora? Os leooo 💛

Fx~~

Uɴ ᴅɪsᴘᴀʀᴏ ᴀʟ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ || Albalia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora