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—El maestre Cailin me dijo que los bebés sienten todo de la madre

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—El maestre Cailin me dijo que los bebés sienten todo de la madre. Si estoy preocupada, él lo sentirá. —murmuró Lyanna a su esposo mientras ambos dormitaban en unos aposentos que Edmure Tully, reciente Lord de Aguasdulces, les había preparado.

El viaje a Aguasdulces había dejado a Lyanna sumamente agotada, los pies hinchados a penas le cabían en los zapatos y sus vestidos le apretaban, el vientre estaba mucho más grande, había crecido bastante después de que Lyanna le había informado a su esposo que se hallaba encinta, como si el bebé lo supiera todo y se permitiera crecer por fin.

Lyanna estaba muy feliz su enorme vientre demostraba que su hijo sería de buen tamaño, en comparación a Lyra Payne de la que su pequeña barriga no hablaba muy bien.
Lyanna apreciaba a Lyra pero entre más le platicaba el maestre Cailin lo que su dama había aprovechado hacer en su ausencia más caía de su gracia.

No quería ser como lady Catelyn lo fue con Jon Snow, pero imaginaba a aquel niño de aspecto desagradable, sabría que su amado lobo tan dadivoso tendría lástima por la criatura que le dedicaría más tiempo que a su hijo.

Después el maestre Cailin le informaba que el diámetro de la barriga lo decía todo, si está era muy redonda sería una niña, si era muy picuda un niño y aquello le daba vueltas, ¿Y si el hijo de Lyra Payne era un niño y el suyo una niña?  Su barriga era más bien redonda, el maestre Cailin le llenaba la cabeza de tantos cuidados, datos e información que no podía estar un momento en paz sumado a que ahora le exigía intimidad.

Lyanna al principio no quiso hacerlo pero después quiso agradarle, él la había ayudado en todo en relación a su bebé y su esposo, y el viejo solo deseaba que ella se dejará besar y que le permitiera tocarla, claro nada de ello lo sabía Robb, él no lo entendería, Lyanna estaba eternamente agradecida a el maestre Cailin, le había devuelto las ganas de vivir, de complacer a su esposo, de ser una buena madre como los dioses lo habían dispuesto para la mujer, nada de dagas o espadas, o entrenamientos, ella no servía para eso y todo le había traído muerte y desilusión.

Estaba tan tensa divagando que Robb no tardó en colocar la mano en la barriga como cada noche.

—Mamá está un poco alterada, no te preocupes. —le susurró Robb y Lyanna sonrió ampliamente.

мy sωєєτ ∂єєr || ƒαทƒicτiσท rσвв sταrк || GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora