Otro 3, no sé cómo puedo estar sacando siempre calificaciones tan bajas como esta, un 3. Pero siempre, en casi todas las asignaturas, suspendí alguna que otra, como matemáticas y física y química, y encima, como he suspendido las tres evaluaciones tendré que presentarme a septiembre, y solo con pensar que de ese examen depende si paso o no de curso me ponía muy nerviosa y me estresaba mucho.
Mi madre no se lo tomó muy bien cuando mi tutor le entregó el boletín de calificaciones. Lo cogió despacio temiéndose lo peor, que segundos después ocurrió. Su rostro se arrugó y se puso rojo, y con la expresión de furia en los ojos, agradeció suavemente y en voz baja al profesor y me agarró del brazo llevándome afuera del aula. Ya me esperaba la típica bronca que me iba a echar. No dijo ni una palabra al respecto hasta que abandonamos el recinto escolar y nos dispusimos a llegar al coche, cosa que me pareció un tanto extraña sabiendo como es ella. Al abrir la puerta de éste y después de sentarme en el asiento y abrocharme el cinturón de seguridad, mi madre respiró profundamente y exhaló un suspiro. Su voz se notaba harta.
-Otra evaluación con casi todas las asignaturas suspendidas, como siempre. Eras una chica de bien y notables, pero...pero desde que comenzaste tercero de secundaria te fuiste pa'trás como el cangrejo, ¿crees que está bien?-hizo una pausa, tomó un poco de aire y añadió- Al fin y al cabo te presentarás a septiembre ¿no?
-Sí.-le dije no muy convencida de eso.
-Mira que si no hace esos exámenes no pasarás de curso y repetirás.
-Que sí, ya lo sé, me presentaré.
-Pues eso espero, además tu padre y yo hemos decidido pagar a un profesor particular en las vacaciones pa' que te ayude con los exámenes.
-Pero ¿y las vacaciones? A ese lugar del que hablamos al principio de curso.
-¡Ah, sí, ese lugar! Tú, te quedas.
-¿Queeeeeeé?-pregunté incrédula-¿cómo que yo me quedo?
-Sí has oído bien. Te quedas en casa mientras tu padre, tu hermano y yo nos vamos de viaje. Prometiste que si aprobabas irías también, pero claro, no has cumplido con tu parte del trato. Ya eres mayor y sabrás apañártelas con la cocina y las tareas de la casa, que solo tienes 16 años no cuatro.
Iba a protestar pero al final me contuve. Por un lado me parecía injusta esa decisión, pero por otra parte, era verdad que yo se lo había prometido, ¡maldita que soy yo! Pero no valía la pena discutir si luego lo que iba a hacer es gastar saliva para nada, porque no cambiaría de opinión. Miré por la ventanilla del coche y dejé que mis problemas y mis pensamientos volaran. Unas vacaciones de verano encerrada en mi casa con una tonga de libros a mi lado, era por aquel entonces impensable para una adolescente a la que le quedaba una larga vida por delante, como yo, y que necesitaba de ocio y diversión para vivir, como yo.
Recuerdo que el curso pasado suspendí también la primera evaluación, pero la recuperé en la segunda, y la tercera casi la suspendo, me quedé en el umbral de quedarme sin libertad. El verano pasado fui de viaje a Madrid una semana, y me divertí como nunca. Hicimos lo que hacía todo turista: sacar fotos, visitar lugares emblemáticos, entrar a museos y demás eventos, probar la gastronomía típica y como no, montar en parques de atracciones y parques acuáticos, estos últimos son mis favoritos. Pero me temí que eso este año no iba a pasar, que mis vacaciones las disfrutaría entre libro y libro en la cárcel de mi casa, ¡jo, que pelma! ¡aburrimiento llega! ¡uy, ¿qué estoy oyendo? A-B-U-R-R-I-M-I-E-N-T-O! ¡así, con todas las letras escritas y en mayúscula, aburrimiento, ¡qué rollo! Con tan solo pensar en lo que los tres meses siguientes me depararía, casi me da un...bueno...un...¡yo que sé, no me sale ni la palabra!
Aparcó el coche en doble fila y me dijo que fuera subiendo, que ella iba a comprar y que ahora regresaría. Caminé lentamente para hacer tiempo mientras intentaba recapacitar qué le diría a mi padre. El portal estaba cerrado (lo sé, parece raro, pero es que a veces está abierto, y eso es una ventaja si te molesta o te da pereza tocar al portero). Así que toqué el timbre y esperé a que mi padre me abriera. Por fin sonó el típico y peculiar sonido de la puerta para que abra y la abrí dejando tras de mí una nube de pesadez.
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El amor ha nacido, no sé cómo ha sido
RomanceUnas calificaciones muy malas, unas vacaciones encerradas y...y un profesor joven y guapo. Paula se quedó en su casa encerrada estudiando para poder superar los exámenes de septiembre y, para ayudarla, su madre contrató a un profesor particular. Con...