👑 Capítulo 2: Aproximación.

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—Su majestad, por favor, tiene que levantarse. Mi reina estará furiosa si no está ahora mismo en el gran salón —insiste mi sirvienta mientras intenta hacer que me levante de mi cómoda cama, pero su intento es casi nulo. No quiero hacerlo, solo quiero seguir durmiendo.

Escucho la risa de Luciano y, sin pensarlo dos veces, lanzo una almohada en su dirección.

—Respeta a tu futura reina —le digo con gracia.

Mi consejero Edward solo me observa en silencio, como siempre.

—Iré a decirle a mi reina que bajarás en seguida. Feliz cumpleaños, princesa —me felicita Edward antes de dejar un clavel en mi buró.

Edward es reservado y rara vez opina a menos que se lo pida. Siempre trata de mantener cierta distancia de Luciano, aunque por su trabajo y deber, ambos deben estar cerca de mí. Los necesito a ambos juntos.

Edward es sabio y siempre sabe qué decir, cómo salvarme de situaciones complicadas.

Mientras tanto, Jacinta, mi criada, intenta apresurarme.

—Voy a preparar su baño —me dice, esperando que me apure.

Finalmente, me levanto de mi cama y me dirijo hacia la tina. Dejo caer la fina seda de mi pijama, quedando completamente desnuda. Jacinta toma mi mano y me invita a entrar en la tina llena de agua caliente.

—Varios príncipes y duques ya han llegado al castillo. Vi a unos cuantos, están muy apuestos —comenta Jacinta mientras me llena de espuma.

La miro pensando en su desdicha. Ella siempre me cuenta que quiere casarse, tener hijos y vivir en una hacienda lejos de los problemas de la corona. Lamentablemente, la vida tiene otros planes para ella.

—¿Estás segura de querer hablar de eso ahora, Jacinta? —pregunta Luciano. —Es incómodo hablar de ello mientras nuestra princesa está tomando su baño.

Jacinta me mira apenada.

—Lo siento, princesa Ariadna —se disculpa.

De reojo, observo a Luciano con su mano apretada contra la espada.

—Ve y tráeme un pastelillo. Yo terminaré mi aseo sola —le ordeno a Jacinta.

Ella se levanta y se dirige hacia la puerta, pero antes de salir, doy un ultimátum.

—No permitas que nadie se acerque a mis aposentos. 

Jacinta hace una reverencia y asiente antes de salir de mi dormitorio.

—Debes tener más cuidado con las cosas que dices. Sabías que este día llegaría —Le advierto a Luciano.

—Ari —me encanta que me llame así, es un apodo que él inventó para mi.—Sabes que me muero de celos solo de imaginar que hoy conocerás a tus futuros esposos. Me siento el hombre más desdichado.

—Jamás permitiré que te alejen de mí. Seguirás mis pasos hasta que muera —le aseguro en voz baja. En este castillo, los rumores se propagan con rapidez, así que no quiero ser el tema de conversación el día de mi compromiso.

Luciano toma mi rostro y lo acerca al suyo, nuestros cuerpos se unen en un beso lleno de deseo y anhelo.

—Feliz cumpleaños, mi bella princesa, mi diamante, mi pieza faltante, el más lindo de los tulipanes —me susurra mientras salgo de la tina. Él cubre mi cuerpo con una seda suave antes de contemplarme.

—Que Dios tenga piedad de mi lengua, pero algún día serás tan mía como yo soy tuyo, mi reina —dice con seguridad.

Río por sus palabras y me dispongo a buscar enaguas y un lindo corsé para probarme mi vestido de cumpleaños. Antes de salir, Jacinta llega con mi desayuno. Tomo rápidamente lo que ella trajo y bajo al gran salón donde se encuentran mis padres, la costurera, Edward y, cómo no, mi tío Massimo.

Dos Reyes Una Reina ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora