22. ¿Es un... qué? (P. I)

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— Y tú eres un príncipe, no puedes evitar las peleas entre las doncellas del reino —dejó la taza de té sobre la mesa y miró al joven con una sonrisa—. Soy tu madre.

— Lo sé pero...

— Y tu reina —sonrió aún más.

Cuando el joven estuvo a punto de volver a debatir con su madre fue interrumpido por el consejero, este lucía un poco nervioso por lo que seguramente traía malas nuevas.

— Majestad — saludó a la mujer rubia de ojos verdosos que estaba sentada junto al joven y luego se dirigió a este — príncipe Sebastian, ¿cómo se encuentra?

— Perfectamente lord Brodie, ¿nos trae noticias nuevas?

— No son buenas majestades, en realidad son terribles.

— ¿Qué fue lo qué pasó? —habló la reina levantándose de su asiento.

Lo que sucedió después sucedió tan rápido que Sebastian sintió un vacío en su estómago durante el resto de las semanas siguientes. Su padre había muerto y eso no era lo que le angustiaba, de hecho, nunca había sido cercano a su padre, claro que siempre estaba ocupado con sus "asuntos" del reino así que nunca tuvo tiempo de hacer las cosas que los padres comunes hacen con sus hijos. Estaba preocupado porque sabía lo que ocurría cuando el rey moría.

Entró a la habitación de su madre y la miró recostada con esos ojos verdes solo que ahora no se veían como siempre sino más cansados, rojos de tanto llorar.

Decidió tragar saliva y postrarse a un costado de la cama, su madre le extendió la mano y este dudó en tomarla.

—Me estoy muriendo, —confesó con voz ronca. — creo que sabes qué es lo que va a pasar.

—No estoy listo.

—Si, si lo estás.

Sebastian derramó una lágrima pero aún conservaba el rostro con expresión dura.

—Perdiste a tu padre y ahora perderás a tu madre, sé que es duro, mi príncipe. Debes ser fuerte, debes ser valiente y debes ser honesto para poder ser el rey que el pueblo merece —tosió—. Tu padre hubiera querido que seas rey antes que él.

—No puedo ser rey —confesó.

Su madre tomó su mano y la apretó con fuerza mientras sus ojos se le inundaban de lágrimas.

—Mi hijo, mi Sebastian —acarició su rostro y con su último aliento por fin cerró los ojos.

Era desgarrador, perder a tus dos padres en el mismo año, la misma semana. Su madre ya había estado enferma desde muchos años atrás pero su padre fue por un accidente.

Sebastian después de algunos días, encerrado en su alcoba mirando a través de la oscura noche, se permitió llorar. Lloró con los ojos cerrados mientras el aire frío golpeaba su rostro. Ahora estaba solo, se repetía. Solo.

Los días a continuación no fueron nada fáciles, después de no querer salir de la recámara por algunos de estos, alguien llamó a su puerta.

—Váyanse —decía que siempre alguien aparecía.

—Alteza, su tío está aquí.

Y cómo flecha se levantó de inmediato y salió de la cama.

Abrió la puerta de un golpe y el caballero detrás de ella se espantó.

—¿Qué hace aquí mi tío? —preguntó Sebastian sorprendido.

—Escuché que los rumores decían que venía a hablar sobre el trono de su padre, mi señor. Si me permite decirle, debería...

Sin dejar que el hombre calvo continúe, Sebastian caminó a pasos agigantados por los largos pasillos del palacio hasta llegar a la sala donde se encontraba el trono.

Un hombre de barba y cabellos largos negros miraba la silla de oro y plata. Vestía una armadura con detalles bien planeados, cargaba con una espada y quién sabe cuán más armas escondidas.

—Era un hombre malo —habló —, nunca supo valorar al pueblo.

—Fue un buen rey —dijo Sebastian llegando al costado de su tío.

Sir Naryen soltó una carcajada.

—Si usted lo dice.

Pasaron unas cuantas horas mientras platicaban en la sala de consejo. Se reunieron uno que otro lord, el consejero del padre de Sebastian, su tío y él, claramente.

—Bueno —después de tantas risas y lamentos, el tío se levantó para ponerse un poco más serio—, supongo que la mayoría sabe porqué vine dese muy lejos y no precisamente para visitar la tumba de mi hermano. He tomado la decisión de sustituir a mi sobrino en el trono, claro, si es que él no quiere gobernar.

Una ola de murmullos minó la sala, la mayoría en contra de esa petición y uno que otro diciendo que era lo mejor para el reino. Sebastian, por su parte, no sabía qué era lo que debía hacer, sabía que no se encontraba bien mentalmente.

—Mi lord, si me permite interrumpir —se levantó Brodie—, me parece que lo que todo el pueblo espera es que, su alteza Sebastian reine como lo hizo su padre y que después el hijo de Sebastian siga con la tradición y así sucesivamente. No creo que sea la mejor idea que usted reine debido a lo que ocurrió en el pasado, el pueblo adora a la familia Stan y yo estoy dispuesto a ser el consejero del príncipe como lo fui con su padre.

—El príncipe Sebastian no puede reinar sin una familia, no tiene esposa y mucho menos hijos, ¿qué pasará cuando suba al trono y alguien intente asesinarlo? No tiene sucesores.

Y se desató un debate.

—Mi lord, al príncipe le corresponde gobernar.

—Es muy joven —decían otros.

—Es el legítimo rey.

Todas esas oraciones llegaban a la cabeza del joven como si le estuvieran clavando dagas, estaba tan confundido que solo lograban que lo esté aún más.

Cerró los ojos y los abrió unos segundos después, se levantó de la silla y miró a cada uno de los caballeros.

—Me casaré —dijo por fin —, me casaré y seré el rey. Cumpliré con el deseo de mis padres, reinaré lo más justo posible. Lord Brodie, búsqueme una esposa.



Chan chan chaaan, he aquí un capítulo algo medieval jejej la verdad es que comencé a ver game of thrones y me pareció que debía adaptar a Sebas en algo estilo medieval

¿Qué tal la primera parte?😏

✨Sebastian Stan One Shots ✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora