El silencio de las voces me nubló la vista, me taponó los oídos y me hizo callar.
Me quise teletransportar al interior de este huracán silencioso pero mis murmullos interiores me atacarón. Por un momento no supe cómo defenderme, pero mi concentración resistió y poco a poco se iban desvaneciendo. Cuando me quise dar cuenta estaba en el ojo del huracán, un huracán silencioso, un vendaval de paz. Era el huracán perfecto para esta tormenta de caos que solía descender de mi.
El silencio de los voces era ese rayito milimétrico de luz encerrado en una caja abandonada en el medio del bosque, sin remitente, en paradero desconocido.
Este silencio no es imposible hayarlo, pero no conozco a nadie con la suficiente valentía para enfrentarse a él. Aparenta ser peligroso pero mi caos lo es más....