- Es mentira
- Yo no te mentiría, ya lo sabes
- Pero eso es imposible- frunció el ceño desconfiado.
- ¿Y por qué crees que te lo digo entonces?
- Porque soy un niño y los mayores nos contáis cuentos porque no nos queréis decir las cosas de verdad- se cruzó de brazos -soy pequeño pero listo, quiero que me digas la verdad
- Sahale, no te estoy mintiendo
Le cogió de la manita y le atrajo hacia él, sentándole en el hueco que hacían sus piernas flexionadas. El niño le miraba enfurruñado, creyendo que le estaban mintiendo, aunque los dos adultos le dijeron que no, que era cierto, pero es que no podía ser ¿No? Era imposible que ese hombre fuese tan especial, ni siquiera se parecía a ellos, aunque el Gran Jefe Ago ya le había dicho que todos eran iguales por dentro, pero no lo podían haber enviado los espíritus.
Raoul escuchaba la divertida discusión de ambos indios, que había comenzando cuando Sahale le preguntó por su poblado. Sin embargo, en algún momento de la conversación, él había dejado de participar y se dedicaba a desenredar los mechones rubios que le caían de su lado derecho, los cuales ya le pasaban algunos centímetros del hombro, mientras tanto, el pequeño había decidido que era todo mentira y estaba dolido porque Agoney, una de las figuras que más respetaba y quería después de su madre, no le estaba diciendo la verdad.
- Pero tú ¿Me prometes que la viste?
- Claro, era la mayor canoa que haya visto jamás, cabían cientos de hombres, podían caminar por su interior y era dirigida por nubes
- ¿Por nubes?- preguntó Raoul extrañado, volviendo a la conversación.
- Sí, eran nubes, nubes extrañas
- Se llaman velas, y es una tela enorme que ayuda al viento a impulsar el barco, no eran nubes
- Claro que lo eran- le rebatió frunciendo él ahora el ceño.
- ¿Cuál de los dos es más niño?- bromeó.
- ¿Cómo va a dirigir un trozo de tela barco tan grande? ¿Como sabe una tela dónde ir? No teníais remos- rebatió cambiando la postura para mirar cara a cara a Raoul, olvidando por un momento la presencia del pequeño, que les miraba como si estuviesen locos.
- La vela lo impulsa pero lo dirige el timón, que va dónde quiera el capitán
Agoney se quedó mirándole con los ojos entrecerrados.
- No tiene sentido
- ¿Sabéis que me he hecho amigo de un mapache?- intervino el niño.
- ¿Y que unas nubes dirijan un barco sí?
- Se llama Meeko- siguió intentándolo.
- Las nubes se mueven con el viento en una misma dirección
- Y la vela hace la misma función, pero más efectiva, porque la tela se puede tocar
- Sigue sin convencerme esto
- Me voy a darle de comer- se levantó Sahale aburrido, apartándose el pelo de la cara con un ligero manotazo y dejando a los supuestos adultos enfrascados en sus debates diarios.
Ni siquiera se dieron cuenta de que el niño les había abandonado y se había ido a buscar su nuevo amigo del bosque. Agoney miraba con el ceño fruncido a Raoul y este se la devolvía con diversión, más que acostumbrado a ese tipo de enfrentamientos culturales, esperando paciente a que el Gran Jefe hilase todo para sacar después su propia conclusión dentro de su terreno.
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Y colores descubrir
Historia CortaRecopilación de momentos pertenecientes al universo de "Colores en el viento", donde nos encontraremos escenas posteriores a la historia, final alternativo con su correspondiente epílogo, viajes al pasado, escenas de realidades paralelas a la histor...