Una vez llegamos al hotel, las ansias recorrían cada parte de mi cuerpo, estaba emocionada. Era mi primera vez.Luis me miró a los ojos, la lujuria se percibía a mil kilometros.
–¿Estás segura de esto?.- Sus labios formularon esas palabras, algo preocupado.
Asentí sin más, el tiempo era valioso.
La habitación era hermosa, era un motel de paso, completamente discreto y seguro.
Luis me tomó de la mano y me puso suavemente en la cama, comenzó a desabrochar su camisa.
Uno, dos, tres botones.
Hasta que la quitó.Empezó a besarme apasionadamente, a ese punto la humedad en mi sexo era inimaginable, me ponía demasiado su cuerpo.
Se puso entre mis piernas, podía sentir su erección gigante a través de nuestros pantalones. Un gemido casi inaudible salió de mi boca. Lo cual encendió más a Luis.
Desabrocho su cinturón, apresuradamente, estaba sediento de sexo, su erección lo mostraba.
Al quitar su pantalón y su boxer, su amigo salió libre de un pequeño salto. Era gigante y venuda, comenzó a frotarla un poco y puso algo de saliva en ella.
Puso su cara entre mis piernas, lamiendo las paredes de mi vagina, lubricandolas. Chupó levemente mi clítoris, haciendo que mis gemidos aumentaran.
Su mano se dirigió a mi pecho izquierdo, masajeandolo suavemente, con cuidado. Mientras seguía lamiendo mi sexo.
Se levantó, puso su pene en mi entrada. Gemí de dolor, después de todo, era mi primera vez.
–Dime cuando estés lista.- dijo sin sacar su gran miembro.
–Si-sigue.- dije con el poco aliento que tenía.
La metió por completo y siguió bombeando lentamente, el dolor desapareció y se transformó en placer, aumentó el ritmo de las bombeadas
Cayó en mi cuello, pero seguía bombeando.
–me pone demasiado tus gemidos.- dijo a mi oído, me estremecí por completo.
Comenzó a besarme de nuevo, más intenso que la última vez.
–Voy a correrme.- dijo Luis.
Llegué al clímax, mis gemidos eran muy altos. Y me corrí por primera vez. El, al ver que me había dejado satisfecha sacó su gran miembro y se corrió en mi ombligo.