SIMULACIÓN 5

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Antonio y su madre estaban en la sala de su hogar, la cual estaba decorada con tonos cálidos y una alfombra mullida de color beige. En la esquina de la sala, había una pequeña mesa de madera con una lámpara de mesa. Antonio dejó su mochila de cuero color café y se acercó a su madre, que se había cruzado de brazos de manera preocupante. La madre parecía inquieta y sus cejas estaban fruncidas.

-Mamá -dijo con calma-, te dije que no tienes de qué preocuparte, sólo serán 3 días.

-Hijo, es que nunca has ido a Barahills y me dices que tus compañeros tampoco, no lo sé, podría ser peligroso.

Antonio se mantuvo tranquilo y con una sonrisa en el rostro, intentando calmar a su madre. Él sabía que ella siempre se preocupaba por él y por su seguridad.

-No estaremos solos, hemos contratado a un guía.

El padre de Isabella, un hombre alto y delgado con cabello canoso y un semblante serio, miró a su hija con preocupación mientras ponía sus pertenencias en una mochila.

-¿Segura que no quieres que te llevemos? -preguntó con una expresión que reflejaba el temor por la seguridad de su hija.

Isabella asintió con la cabeza, tratando de transmitir tranquilidad.

-No papá, estaré bien. Ya tengo todo bajo control.

-Bueno, si necesitas algo, no dudes en llamarnos -dijo su madre, una mujer elegante y sofisticada que irradiaba calidez y ternura-. ¿Has desayunado mi amor? -preguntó, preocupada.

-Lo haré más tarde mamá -respondió, con una dulce sonrisa-, me tengo que ir.

Los padres de Isabella se acercaron a ella y la abrazaron con fuerza.

-Te queremos -exclamaron al unísono.

David salió de su habitación a la pequeña sala de estar del apartamento que compartía con su madre. La habitación olía a humo de tabaco, y la luz del televisor iluminaba la habitación en tonos azules y verdes. David observó con tristeza a su madre, una mujer de cabello desaliñado y ojeras profundas, que se encontraba sentada en el sofá de la sala rodeada de una nube de humo de cigarrillo. Él había prometido ayudarla a dejar de fumar, pero ella parecía incapaz de dejar su adicción.

-Mamá, me prometiste que no volverías a fumar -se quejó con un calmado tono de voz, al mismo tiempo que le quitaba el cigarrillo de la boca a su madre.

-¡Hey! -exclamó ella cuando le fue arrancado el cigarrillo-. ¿Y tú a dónde vas tan temprano?

-Voy a Barahills con unos compañeros a hacer un proyecto de la universidad. Te lo dije anoche. Es posible que no regrese hoy.

-Ok -respondió la madre sin ánimo-. Trae unas cervezas cuando vuelvas -añadió sin quitar la mirada del televisor.

Marie se encontraba en la cocina de su casa, un espacio pequeño pero acogedor decorado con colores cálidos y elementos de la cultura haitiana. El aroma a café recién hecho impregnaba el ambiente, mientras su padre, un hombre de estatura media y complexión fuerte, de piel oscura, preparaba el desayuno en la mesa de madera.

-Mira la hora que es -dijo Marie, mirando el reloj de pared con preocupación-, me tengo que ir.

-¿Tienes todo? -preguntó su padre, mostrando preocupación.

Marie se acercó y le dio un abrazo fuerte. Él la abrazó de vuelta con amor.

-Sí -respondió, mientras su padre le daba un beso en la mejilla-, te quiero mucho papá.

Aunque Marie nació y creció en Haití, estudiaba español desde hacía años, por lo que apenas se le notaba el acento haitiano al hablar, lo que contrastaba con la marcada pronunciación de su padre.

LARIMAR: Un misterio bajo tierra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora