Back To You

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Esperó como cada miércoles, sentado en una mesa del rincón, una sudadera con capucha cubriendo su brazo de metal, su cabello recogido en una coleta desordenada y una gorra sobre su cabeza. Había pensado en agregar unas gafas de sol para completar su atuendo pero Sam al verlo le había comentado que tenía un gran parecido al Unabomber* y eso había sido suficiente para disuadirlo. Bastante les había costado limpiar su nombre como para que por  una estupidez como ir disfrazado por la calle la gente lo confundiera con un terrorista y terminara envuelto en problemas. Así que tuvo qué decir adiós a las gafas.

Joder, parecía un puto novato ¿donde había quedado El Soldado del Invierno? ese tipo que era un experto en espionaje.

"Ya no eres él, eres Bucky Barnes" le respondió su mente.

Estuvo a punto de replicar y crear una completa disputa interna pero la campanilla del local sonó anunciando la llegada de alguien y Bucky ni siquiera tuvo que mirar para saber que se trataba de él. Lo supo de inmediato, gracias a su oído de supersoldado podía distinguir sus latidos a cualquier parte que fuera, lo tenía tan clavado en el corazón que su cuerpo respondía de inmediato a su presencia, siempre había sido así.

Se quedó quieto en su lugar escuchando su rasposa voz ordenar el café que tanto le gustaba, negro, sin una pisca de azúcar y se estremeció cuando el olor de su perfume fue arrastrado en su dirección y llenó sus fosas nasales. Lo extrañaba demasiado. 

Como siempre no intercambió otra palabra más con el chico que atendía detrás de la barra, se limitó a tomar el vaso con su bebida y dando un seco "Gracias" salió del lugar. Bucky esperó de forma impaciente, contó mentalmente hasta cincuenta y entonces también salió de ahí siguiéndole los pasos sabiendo perfectamente a donde se dirigía. 

Afuera había una brisa fresca llenando el ambiente, pero no sentía frío, nunca lo sentía, los años que pasó en CRYO lo curtieron lo suficiente como para hacerlo inmune. Pero la gente a la que pasaba iba bien abrigada, algunos incluso buscaban refugiarse en los brazos de su pareja para conseguir algo de calor corporal. Como sea él siguió su camino tratando de no pensar demasiado, a veces pensar demasiado le hacía mucho mal a su mente, por lo menos ya había superado los ataques de pánico con ayuda de Clint. 

En su lugar centró su mente en una sola cosa: En pensar en él. Era despues de todo lo que le daba sentido a su existencia, lo que le había motivado a seguir hasta ahora. Caminó y caminó recorriendo las calles que recorría una vez por semana todos los miércoles y que ya hasta se había aprendido de memoria. Lo hizo hasta que llegó al punto que siempre llegaba, ese enorme árbol plantado dentro de un solitario parque que nadie solía frecuentar, no sabía muy bien la razón pero al parecer ese lugar era una de las áreas peligrosas de la ciudad, algo así le había contado Scott. 

Se paró detrás del tronco que le servía como barrera y observó aquella banca a solo poco más de metro y medio de distancia. Sus ojos azules recorrieron la espalda del hombre que había tomado asiento ahí y una pequeña sonrisa apareció en sus labios al por fin poder verlo. Llevaba una chaqueta de cuero oscura que lo ayudaba a cubrirse del frío y que iba completamente de acuerdo con su personalidad. La brisa movía ligeramente su cabello negro y desordenado, la mano humana de Bucky sufrió un pequeño cosquilleo por las ganas que le invadieron de acariciar esos cabellos.  Pero como siempre se limitó solo a mirar. 

-¿Algún día piensas salir de ahí niño?- llegó la voz de Brock Rumlow a sus oídos tan solo apenas un minuto después. 

La sonrisa de Bucky se ensanchó, Dios, había esperado tanto por ese momento. Por el momento en que él lo notara. 

Tomó un par de respiraciones profundas, sus propios latidos se descontrolaron un poco, pero solo un poco, y entonces se alejó del roble y comenzó a caminar hacia él. Sus pasos apenas hicieron ruido en el pasto produciendo un pequeño siseo que solo sus oídos podían percibir. Rodeó la banca de madera y se sentó junto al pelinegro, un escalofrío lo recorrió, era la primera vez en demasiado tiempo que lo tenía así de cerca, a solo unos cuantos centímetros de distancia. Si se movía un poco más a la izquierda sus hombros podrían rozarse, pero no lo hizo, lo que si hizo fue girar su cabeza y verlo.

Winter and Bones (One-shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora