ONESHOT: Por Todas Esas Veces

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"Lo que la distancia no sabe, es que todavía hay valientes luchando contra ella"

-Anónimo.



Iniciemos con una pregunta, ¿vale?

¿Alguna vez han conocido a alguien tan extraordinario que solo te hace pensar; "Me vas a doler tanto cuando te vayas"?

Bueno, eso fue realmente lo primero que pensó cuando le fue presentado hacia ya casi 10 años, pero ese es pasado, no hablemos de eso ahora, mas adelante habrá tiempo, enfoquémonos en esa misma tarde.

Parecia abstraido.

Como si de pronto se hubiera guardado a el mismo, tan dentro de si, y estuviera aterrado de salir a la superficie. Ya no dormia... cerrar los ojos ahora parecía imposible, porque al hacerlo, aun lo seguía viendo dentro de su cabeza. Y lo veía llorar, lo veía cansado, lo veía asustado y rogando por su ayuda...

Recuerda que alguna vez escucho decir a su abuela unas palabras que por aquel entonces no comprendio del todo, pero que ahora lo hacia a la perfeccion, ella dijo que: "Las personas empiezan a amar la vida, hasta que se les esta acabando". Y en parte, algo similar le estaba ocurriendo a el.

Cuando la fecha se fue acercando, la casa que compartían todos simplemente se durmió y no volvió a despertar... y no lo volveria a hacer nunca mas.

Al final, y sin necesidad de luchar con el enemigo, el Dragon no pudo defender a su Princesa y ahora se lo arrebataban de entre las manos.

Aquel ultimo dia se encerró en su recamara y no le vieron ni el polvo.

Nadie lo molesto.
Nadie lo juzgo.
Nadie le dijo que estaba cometiendo un error.
Ni siquiera fueron capaces de detenerlo cuando sus gritos, sus lamentos y su llanto manaron desesperados, mucho menos cuando comenzó a destrozar todo a su paso en su propia habitación.

El ruido había sido aterrador.

Cristales estrellándose contra la pared hasta estallar haciéndose pedazos, muebles volcados, cuadros destrozados, objetos ya a esas alturas irreconocibles regados por todo el lugar, el colchón volcado en el suelo con las almohadas desgarradas y las sabanas hechas girones por ahí, los cortineros estaban descolocados, cientos de fotos aguardaban en el suelo cubiertas por las plumas que hacia poco estaban dentro de las almohadas.

Por eso cuando abrió la puerta de la recamara, con todos los huevos del mundo, se trago las emociones que se agolparon sobre el. Se trago sus enormes ganas de llorar. Se trago su dolor por verlo asi. Se trago el miedo que sentía por lo que se le vendria desde el dia siguiente. Se trago todo. Absolutamente todo por el y como si no hubiera un cementerio a su paso, camino hacia él pisando con cuidado el desastre bajo sus pies que se empeñaba en ignorar con todo el estoicismo de que fue capaz.

La caja en sus manos vibro entre ellas por los nervios que lo consumían, pero siguio avanzando con la poca seguridad que le quedaba.

Escucha los cristales crujir contra sus zapatos, desde donde esta puede distinguir varias fotos, demasiadas de ellos juntos, otras pocas solo de el... y muchísimas del mayor, pero una foto capta certeramente su atencion... se la tomaron cuando él lo invito a beber un café con el pretexto de conocerse mejor ahora que serian parte de la misma banda. Años mas tarde, le había confesado que fue el mejor pretexto que encontró para tener una cita con el, porque nada mas verlo, supo que no lo soltaria nunca mas.

 Años mas tarde, le había confesado que fue el mejor pretexto que encontró para tener una cita con el, porque nada mas verlo, supo que no lo soltaria nunca mas

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Por Todas Esas VecesWhere stories live. Discover now