Sueño no. 1: viaje inesperado

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26.09/14

Un día como hoy a las 8:00 am (hora en el sueño) mi madre me había dicho que saldría con varias personas (las cuales no conocía hasta ahora) al observatorio del pico nevado, el cual yo no sabía cual era, hasta entonces.

Salí a la estación de buses y ahí parados esperándome estaban Juan David, Maria Angelica, Vanessa (mi Profe de ciencias que estaba tomando unas vacaciones,) y casi todos los niños de noveno de mi colegio. Juan David y María Angélica, que son unos grandes amigos míos me saludaron como de costumbre con la expresión de "te deseo suerte"* en Karat* y me abrazaron.

Después de conversar un poco de nuestros asuntos, Vanessa nos llamó a los tres a subirnos al bus numero 008 el que por chiste se dibujaba como una extraña cápsula con diseño de esquimal mezclado con un toque tropical, el cual nos llevaría a ese tal observatorio del pico nevado.

Tengo que mencionar que esta historia toma lugar en Caldas futurista, en Colombia, mi tierra natal. El cual se dibujaba solitario, frío, y mucho más desolado que el Caldas del presente, y la población es mucho menor debido a su ubicación la cual pronto mencionaré.

Una vez adentro, todos los jóvenes de noveno que nos acompañaban empezaron a actuar extraño, Vanessa tampoco actuaba normal una vez el viaje había empezado.

Paradójicamente a Juan David, a Maria Angelica, y a mí, no nos pasaba esto, y empezamos a hablar sobre cosas.

De repente Juan David (que en la vida real es un sabio) nos contó sobre el destino al cual nos dirigíamos

-si estamos en Caldas, y nos habían mencionado nuestras mamás un tal pico nevado... Nos estaremos dirigiendo hacia el mirador de las ruinas del Parque Nacional Natural de los nevados... Y solo queda un pico con nieve en todo el complejo, ¡lo investigué todo! Dijo Juan David intrigado y un poco asustado (debo mencionar que Juan David había llevado un aparato parecido a un iPhone y estaba pegado a él durante todo el viaje)

-¡Cual es! ¡Cual es! Masculló María Angélica asustada agarrando a Juan David de los hombros y agitándolo frenéticamente

-cálmense un poco chicos. Les dije yo

-El Ruiz. Dijo Juan David con una voz profunda pero firme.

El nevado del Ruiz en ese sueño tenía el cráter principal del tamaño de toda su meseta debido a que había entrado en erupción antes de que fuéramos al mirador.

Aquella erupción había disminuido la población de Caldas drásticamente, convirtiéndolo en un país mitad fantasma, mitad carne y hueso, ya que aún quedaban algunas personas viviendo por esos lugares.

Maria angélica se puso a gritar (pero nadie volteo a mirar) y traté de calmarla, pero todo fue en vano.

-Tranquilas, El Ruiz lleva 40 años después de la erupción que arrasó mitad de estos terrenos, seguro todavía está letargo. Dijo Juan David con un tono consolador y nos abrazó por todo el tramo final del viaje.

Llegando al observatorio nos fijamos de que el ambiente había cambiado como por arte de magia: un viento polar empezó a soplar y el cielo se oscureció de una forma diferente: nubes blancas como la nieve se acumularon encima de nosotros.

Eso era bastante extraño ya que estábamos a unos 2000 kilómetros sobre el nivel del mar (o eso creíamos) y hacía un frío de muerte.

Un señor viejo nos llevó a un edificio parecido a mi colegio de intercambio en Canadá: desteñido, de unos tres pisos de alto, y algo calcinado.

La apariencia tétrica de aquel edificio me había prendido la curiosidad, tanto que los tres seguimos adelante.

El señor viejo nos había contado que desde la azotea de su casa (ese edificio) se podía ver al Nevado del Ruiz (el cual en ese momento deduje que sería el último nevado, porque los otros nevados se habían o erosionado, o alguna fuerza los debió haber colapsado) y que la entrada a la azotea era gratuita.

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