31

110 13 15
                                    

Narra Park Jimin:

A veces es mejor callar que quejarse, dejar que las cosas pasen a tu alrededor mientras tu te quedas ahí como testigo. No quiero ser ese tipo de personas de las que se quedan mirandote fijamente mientras que te critícan en sus mentes.

Desde pequeño fui tímido, un alma sensible que podría ser quebratada por el más minimo comentario o detalle que me haría sentir mal o incomodo. Aunque nunca debo dejar atrás mi pasado, debo admitir que mi presente es aún mejor. Parece enfermo...porque en realidad lo estoy.

-¡Deten el auto!- mis labios hablaron con dominancia, haciendo que Jeon, el piloto del vehículo en donde estábanos, pisara el freno y se detubiera en plena calle.

-¿Escuchaste algo?- mis ojos ahora astutos le miraban de reojo en silencio. Apreté mandíbula al pensar en todo lo que habíamos hecho en esta noche, tanta matansa y manos sucias de sangre no podía ser mas grosera. Eso también incluía el evento final de quemar el hogar de uno de mis amigos. No tenía sentido, podría abrir la puerta y salir del auto para ir a casa, a segurandome con un arma alrededor de mi correa, pero algo en ese auto me lo impedía. Tal vez el hecho de que gracias a Jeon pude hacerme más fuerte con un par de semanas en Alemania.

-No pasa nada- respondí a su pregunta rascando mi nuca con algo de duda antes de tomarme la molestía de quitarme el cinturón de seguridad y liberarme de ese ajuste -Sólo me había dado cuenta de algo...-

-¿Algo?-

-Asi es, nunca te había dado las gracias por ese viaje a Alemania. Sino fuera por eso, creo que sería el mismo Jimin de siempre y eso me haría más debil. ¿Sabes lo que eso significa?- bajé mi mirada junto a mi mano hacia su rodilla e hice que esta la acariciara de forma suave y seductora. Con una sonrisa torcida en mis labios gruesos, seguí ese ritmico movimiento con la yema de mis dedos. Él parecía intrigado con mi actitud tan repentina, aunque sabía que ya no era el mismo parecía traumarle un poco el hecjo de que ya no era tan inocente.

En Alemania pasaron muchas cosas que ahora mismo no puedo recordar. Fue como un sueño muy eufórico, de esos que parecen ser ficticios y magicos aunque sólo estuvimos una semana en esos lares.

-No tienes porque agradecerme, ahora ya no eres Jimin...sino que eres una máquina asesina, mi máquina asesina- un suspiro de decepción salió de su boca, y en vez de darme la atención que requería en esos momentos, se dedicó a mirar por la ventana los vehículos que conducían e ignorarme por completo.

Mi ceño se frunció levemente y llevando mis brazos cruzados a mi pecho bufé molesto. La mirada de Jeon se volteó a mirarme con seriedad al escucharme.

-¿No te gusta que ahora mate a personas mejor que tu? O ¿Sólo es el hecho de que ya mi inocencia no te atrae?- alcé una ceja para que se notara el enfado que me había provocado.

Él parecía tan confundido pero la sonrisa que se mostró segundos después me hizo cambiar de sentimientos. -No, me encanta verte matar a personas. De hecho, pienso que gracias a Alemania...por fin has visto que no somos tan malos juntos- su mano se acercó hasta mi mejilla para acariciarla con ternura, pues sabía que las cariciad eran lo mio.

-Adoro que me acaricies, querido Jeon- reí suave y dulcemente para él, de alguna manera creí a ver  matado ese lado tierno mio, pero con el tiempo noté que sólo él podría revivirla.

-Yo adoro que por fin me hayas elegido como tu protector, a pesar de las cosas que tuve que hacer por ti para que por fin me dieras una oportunidad y olvidarás a Min Yoongi-  sus manos continuaron su recorrido de forma lenta, bajando por mi mentón, trasando un camino invisible por mi cuello hasta llegar a los botones de mi camiseta, justo en mi pecho.

Oreo «Yoonmin» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora