Declaración de guerra

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Al ser la hora del descanso el castaño se encontraba en la azotea junto a sus dos amigos comiendo tranquilamente

- décimo este almuerzo que preparó esta delicioso – sonrió para el castaño

- gracias Gokudera-kun, aunque no es para tanto – dijo algo sonrojado

- ¿enserio tú lo preparaste Tsuna? – Decía mientras tomaba un bocado del bento de Gokudera – es verdad que esta delicioso Tsuna

- gracias Yamamoto – murmuro aún más sonrojado

- Oye bastardo ¿quién te crees para quitarme mi comida? – fulmino con la mirada al moreno

- cálmate no es para tanto – comenzó a reír

- no esta comida la preparó el décimo

- toma – dijo mientras le ponía un bocado de su comida en su boca – ya estamos a mano

- m...maldito Yamamoto – decía mientras sentía como su rostro le quemaba, estaba rojo hasta las orejas.

- chicos, iré al bañó – sonrió levemente

- lo acompañamos décimo – dejo su comida a un lado para poder levantarse

- no, no te preocupes aún están comiendo

- no es ninguna molestia décima

- Gokudera tiene razón, no es ninguna molestia Tsuna.

- por favor chicos, solo voy al baño no me va a pasar nada malo – suspiro era algo cansado siempre estar cuidado

- p...pero

- Gokudera, Tsuna tiene razón es solo el baño, dale algo de privacidad...

- tsk – suspiro rendido – está bien, pero si le pasa algo será tu culpa Yamamoto

- no me va a pasar nada Gokudera-kun, en un rato vuelvo – decía mientras caminaba a la puerta.


Minutos antes Kyoko caminaba por los pasillos de la escuela pensando en que podría hacer para ganarle a Hibari. Su meta ya no era solo enamorar a Tsuna, sino derrotar a Hibari y quedarse con Tsuna.

- ¡eso es! – grito mientras golpeaba puño con su mano – si yo salvo a Tsuna de los matones, me estará tan agradecido que aceptara salir conmigo – era la idea más tonta del mundo, pero en verdad no pensaba con claridad en ese momento y ahora solo tenía un problema, convencer a los matones, pero no sería un gran problema, después de todo ella era la ídolo de la escuela – bien ahora solo los iré a convencer.

Sonrió alegre por su maravilloso plan y recorrió la escuela en busca de algunos idiotas que la ayudara.

- Disculpen – se acercó y sonrió aparentando inocencia

-Kyoko, ¿qué ocurre? – hablo uno de los chicos

- es que quería pedirles un favor

- ¿y se puede saber qué tipo de favor? – miro a la chica con curiosidad

- bueno me gustaría que me ayuden, ¿conocen al nuevo estudiante?

- ah si

- Bueno, seré sincera, quiero que lo golpeen un poco y así yo pueda fingir que lo salvo, fácil, ¿no?

- y ¿que se supone que nos darás a cambio?

- ¿qué quieren a cambio? – su rostro era serio y mostraba algo de frialdad

- dinero quizá

- está bien les daré dinero, siempre y cuando hagan bien su trabajo – sonrió

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