Capítulo 25

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Haymitch recordó haber visitado el cinema en dos ocasiones.

La primera vez que se había animado ir al cinema fue por Chaff en el capitolio. Tenia como unos 20 años cuando empezó a meterse en problemas con su mejor amigo solo para molestar a sus escoltas viejas. Habían llegado al cinema borrachos y ni siquiera tuvieron la oportunidad de ver al menos la mitad de la película porque tan los habían echado afuera por vomitar encima de un ciudadano. Oh, ¡como extrañaba a ese bastardo! La segunda ocasión fue con Effie a los 35 años y ella era tan joven, hermosa e irritante. De ahí aprendió que ir al cinema con una mujer, se podía hacer más cosas que ver la película.

Sin embargo, nunca se imaginó que existiera un cinema en casa. Cuando exploró esta casa fue gracias a su hija menor pero no había explorado más el lugar hasta ahora que planearon una noche de películas con toda la familia. Los invitados aun no llegaban y Haymitch aún no empezaba hacer las palomitas. Él sabía hacer palomitas con un comal y la estufa, pero ¿en una maquina? ¿Dónde diablos se encendía esa cosa?

— Una vez vi a mami prepararlo, creo que las bolitas se echan en esa cosa —dijo Lenay, señalando la palomera.

— Bolitas no, semillas de maíz, cariño. Como sea. ¿Qué cantidad le echa tu madre?

Ella sonrió, pero no era cualquier sonrisa sino de traviesa — La mitad de esta bolsa.

— ¿La mitad de esta bolsa? Cariño, podre comportarme como un tonto, pero no lo soy. Buen intento.

— Lo siento. Me encanta las palomitas, pero mi mami no me deja comer muchas.

— Yo te doy una bandeja grande. Ahora dime cuanto se le echa.

— No lo sé, mami sabe.

— De acuerdo, buscare a mami —se sintió tonto cuando se escuchó decir mami— Quédate aquí. No intentes nada con esa máquina o me enojare mucho si te pasa algo. Si quieres ayudar, ve y elije varias películas.

Ella asintió y corrió hacia la Tablet.

Haymitch salió, no tan a gusto de advertir a Lenay pero necesitaba ser un poco duro a veces porque la chica era tremenda pero no estaría tan contento el día que tenga que regañarla.

Esperaba que nunca llegara ese día.

Camino por los pasillos de la casa, maldijo porque era exageradamente grande y con bastantes habitaciones. Parecía un maldito laberinto.

Sin embargo, no tardo mucho para encontrar a Effie, ella seguía haciendo ejercicio en la caminadora. Había comentado que se miraba un poco gorda y él le dijo que estaba loca, que no la miraba gorda en absoluto. Si, se le notaba un bulto pequeño de grasa, pero no era la gran cosa, no era casi nada, solo desnuda se nota, pero casi nada. Siempre fue muy delgada desde que la conoció e incluso en su embarazo mantenía su figura (aunque había escuchado que había engordado cuando él no se encontraba).

— Aun sigues con eso —no era una pregunta. Camino hacia el aparato ocupado mientras miraba el alrededor antes de mirarla a ella.

La habitación o salón era estrictamente para ejercitarse porque había otro salón era para el ballet, bailes o lo que necesitaban las niñas para ensayar obras musicales o tonterías del colegio. Pero este lugar estaba repleto de aparatos que parecieran ser hechos para la tortura.

— ¿Qué sucede? —pregunto, pausando la máquina y tomando su pequeña toalla rosa para limpiar el sudor de su frente y nuca.

— Pasa que no eres gorda.

— ¿Me interrumpiste para solo comentarme eso?

— No. También no se usar esa máquina.

— La palomera.

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⏰ Última actualización: May 18, 2019 ⏰

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Les Debo Mi Amor (Hayffie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora