Visita al Estratega

219 4 3
                                    

El encapuchado se encontraba en la base meditando cuando sintió la necesidad de visitar a un amigo. Sabía que él podía darle la respuesta que estaba buscando. Se dirigió al cuarderno cuando el gnomo lo detuvo.

—¿A dónde vas?— preguntó aún viendo la herramienta que estaba creando.

—A Terra— contestó el encapuchado y la hada al escucharlo rápido voló hacia él y ambos se teletransportaron hacia allá.

Allí, en lo alto de una montaña donde se podía el gigante reino de Erghbor, la persona que buscaba estaba sentada meditando. El encapuchado hizo aparecer dos espadas en sus manos. La hada voló sobre la persona alarmándolo.

—¿En qué piensas? Aergoth—le preguntó el encapuchado haciendo que se asustara de repente.

Aergoth parecía de que no le diría nada pero luego de un suspiro se recostó de una roca para explicar.

—Mi tropa abandona mis planes. Todo mis sueños por el bienestar de nosotros se han ido por la borda— dijo Aergoth mostrando debilidad.

El encapuchado sólo se limitó a entregarle una espada a Aergoth y comenzaron a combatir.

—Eres un buen estratega— le dijo encapuchado lanzándole un golpe con la espada que rápido Aergoth detuvo con la suya.

—No quiero luchar contigo— le respondió Aergoth.

— No lo haces. Sólo conversas— dijo el encapuchado mientras continuaban debatiéndose.

Continuaron entonces luchando con más soltura pareciendo una conversación de espadas. Cada golpe de la espada era recibida por la otra. Ambos no querian ganar pero tampoco se detenían.

—He venido por una respuesta. Estoy buscando algo que no se lo que es y no se cómo llegar—le dijo el encapuchado.

—¿Entonces porqué lo buscas?— preguntó Aergoth.

—Porque siento la necesidad de llegar a él. Es algo que me llama e inspira.

—Para todo destino hay un camino.

—No creo que lo que busco tenga un camino.

—Para todo destino hay un camino— repitió Aergoth— y es cierto que no hay camino. Si tu destino estuviera al otro lado de un precipicio no tiene un camino pero puedes crear un puente. 

En encapuchado se quedó pensativo pero continuó luchando.

— ¿Y qué hago para reconocer el camino y el destino?—preguntó el encapuchado.

—El camino hacia el mar es el río— le respondió Aergoth—El destino del río es el mar. Si lo que buscas te llama y te inspira, ese es el camino. El destino entonces debe ser la inspiración, una fuente de inspiración, que te habla y quiere de tí algo.

—¿Qué?— preguntó el encapuchado dejando de luchar. 

—Por ahora que llegues a ella— dijo Aerogth y soltó la espada.

Ambas espadas se desvanecieron y la hada voló hacia el encapuchado. Ambos se hicieron una reverencia.

—Eso era lo que buscaba— le dijo el encapuchado— Ya encontré la respuesta.

—Yo—dijo Aergoth conteniendo su voz— también he encontrado mi respuesta. 

—¿Qué vas a hacer?

—Seguir mi camino solo. No debo responsabilizar los golpes de mi espada a otro.

El encapuchado se dirigió a recoger su cuaderno para regresar cuando Aergoth lo detuvo.

—¿Por qué no muestras tu rostro?

—Porque mi rostro no pertenece a los recuerdos de este mundo— dijo el encapuchado y despareció con la hada.

Por Angel Yamil Ortiz Torres 2009© #6 

El Cuaderno del EncapuchadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora