POV NATALIA.
Las vistas al mar siempre me han gustado.
Sonará a tópico, un loco amoenus en toda regla. Pero es así. Me pasaría horas y horas mirando las olas, cómo van y vienen, acompasadas las unas con las otras.
En mis cascos suena "I wish you were gay", de Billie, mientras camino al lado de la barandilla que separa el paseo de la playa. Son las 10:16, debería estar en clases, pero estaba demasiado agobiada cómo para asistir hoy a historia de la música. Vale que estudio lo que me gusta, pero cuaquiera puede tener malos días, ¿no?.
Aquí en Barcelona se disfruta mucho del día a día. Hay mucho ambiente, ya sea por la mañana, tarde o noche. Una de las razones por las que me vine desde Pamplona a aquí es esa; se respira un aire diferente. Bueno, eso, y la carrera de musicología que estoy estudiando. No necesitaba más, realmente.
Me puse a mirar el móvil mientras andaba. Concretamente, twitter. La gente dice que es tóxico, pero solo si no sabes utilizarlo. Con no relacionarte con gente que no te incumbe, tienes suficiente.
Iba tan inmersa en mis pensamientos, que cuando levanté la cabeza ya me había dado de narices con otra chica. Tenía el pelo largo y castaño, una cara totalmente perfilada y un móvil roto.
¿Le acabo de romper el móvil?
-Ay dios, lo siento muchísimo. No sé ni por dónde iba.
-No, ya. Creo que eso lo acabas de demostrar perfectamente -me dijo mientras bufaba mirando la pantalla de su móvil.
-Joder... acompáñame, que te pago la pantalla.
-Qué va, llego tarde a mi examen de literatura. Olvídate, no te preocupes, tranquila
-Lo siento muchísimo, de verdad.
-Sin problemas. Por cierto, me llamo Julia.
-Yo Natalia, encantada -dudé en si acercarme o no, pero finalmente me incliné a darle dos besos; le sacaba dos cabezas a todo el mundo, dios mío.
-Bueno, me voy que ando con prisas. Ya nos veremos -me gritó con acento andaluz mientras se iba casi corriendo en dirección contraria a la mía.
Seguí caminando sin ningún rumbo, sin saber a dónde ir. La chica me había caído bien, era maja y tenía un culo importante. En general, estaba buena, las cosas como son. Qué pena que no sea justo de mi tipo.
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Metí las llaves en la cerradura y entré en mi casa. Eran las 14:28. Al final, avisé a Ici, una amiga, para ver si salía. Dijimos de un solo cigarro, y se nos alargó la mañana mientras hablábamos. Y ahora mismo, tenía un hambre increíble.
Nada más pasar el marco de la puerta, escuché a Marta tarareando a Michael Jackson y un olor a macarrones con tomate increíble. Eso significaba que, además de comer, me iba a llevar la bronca.
-Hola Martuca -dejé las llaves en el mueble de la entrada y pasé a saludarle.
-¿Se puede saber dónde coño has estado hoy? No fuiste a la universidad, no me cogías las llamadas, no me contestas los mensajes... -paró de preparar la salsa y me miró- estaba preocupada ¿sabes?
-Si, estoy bien, gracias por preguntar.
-Natalia, te estoy hablando en serio. Has faltado mucho a clases, y no deberías.
-¡Marta, tía! Que tengo 20 años, joder. No tienes que estar detrás mío como un perrito faldero controlando todo lo que hago ¿vale? Pareces mi puta madre, y la verdad es que estoy muy cansada de la mía cómo para que ahora vengas tú con las mismas o peor. ¿Qué estabas preocupada por mí? Pues olvídame, así no te vas a tener que procup...
Sin Palabras.
Así me acabo de quedar después del tortazo que me ha dado Marta.
Llevo mi mano a la zona de mi cara en la que me propició el golpe, mientras le miro a los ojos.
Creo que no debería haberlo hecho, su mirada reflejaba dolor y decepción, y me acababa de romper a mí por dentro. Apagó todo en la cocina y se fue a su cuarto, sin decirme nada más.
De puta madre, otro saco de mierda más que sumarle a mi desgracia.
Las cosas con Marta no estaban nada bien, y todo por mi culpa. Ella es mi amiga desde el instituto, pero parece que nos conocemos de toda la vida. Nos mudamos juntas a Barcelona (más bien, se mudó ella conmigo para hacerme compañía) y desde que llegamos, yo no he hecho más que preocuparle con mis gilipolleces. Primero, la pequeña depresión que cogí al dejarlo con Mikel; no salía de mi cuarto ni para ir al baño. Luego, las drogas. Y ahora, que si voy un día a clase, un milagro ha ocurrido. Al parecer, siempre tengo malos días cómo para ir. Le debo una disculpa, y grande. Pero ahora prefiero salir a coger aire, ya comeré por el camino.
Últimamente, mi vida se basa en esto. Salir de casa, pasear sin rumbo, beberme varias copas al día y volver de noche, preocupando a todo mi alrededor. A veces pienso en lo egoísta que soy, ojalá haber hecho hasta ahora la mitad de cosas que mis amigos han hecho por mí.
Al llevar cómo 10 min caminando, paro en un bar a comprar tabaco. Se llamaba "Milano", y por dentro estaba decorado con luces de led rojas y mesas distribuidas por toda la sala. Parecía un puticlub en vez de un bar, pero bueno, solo voy a comprar un paquete de cigarros, así que...
Bueno, o eso creía hasta que vi a... ¿Julia, se llamaba?. Estaba sentada en una mesa del final del local, con un chico bastante atractivo y otra chica rubia de pelo largo. Me vio entrar, y me levantó la mano indicándome que me acercara.
-¿Ves, morena? Te dije que nos volveríamos a ver -se levantó dirección a mí para saludarme.
-Pues sí, qué casualidad -le di dos besos y mostré una sonrisa un tanto fingida.
-Ven, siéntate aquí con nosotros.
-Eh... no sé, yo solo venía a por tabaco...
-Venga chica, que no mordemos -dijo la chica rubia que la acompañaba.
-Bueno, vale. Pero invito yo, por lo del móvil y eso -me senté al lado de Julia, en el sitio libre que quedaba. Me acordé de Marta... quizá debería decirle que estaba aquí. Saqué el móvil dispuesta a escribirle.
-Hola, ¿te pongo algo? -me dijo una de las camareras que estaba allí trabajando. Seguidamente guardé el móvil sin escribir el mensaje y le presté atención.
Madre mía, qué magnetismo tenía esta chica. La miré a los ojos, y me perdí en su brillo, total. Le hice un repaso, un tanto descarado.
-Pues un poco sí que me pones, la verdad... -vi cómo se sonrojaba, y me pareció adorable- Una caña, por favor -le sonreí mientras se alejaba.
-Joder con la morena, llegó on fire -bromeó el chico- Por cierto, me llamo Carlos.
-Yo María, pero ya que me caíste bien, llámame Mari. Por cierto, tienes un rollazo importante.
Noté como mis mejillas se tornaban a color rojo- Muchísimas gracias, a mí me gustan mucho tus tatuajes.
Comenzaron a hablar de no sé qué de que el novio era tatuador, y Carlos quería hacerse tatuajes, pero mi mente ya estaba en otro lugar.
Observé a la camarera de antes, era preciosa. Me quedé mirándola hasta que se dio cuenta y me devolvió la mirada, pero la apartó.
Creo que a partir de ahora, voy a tener entretenimiento todas las tardes.
Holuuuu, ¿qué tal?
Bueno, es de las primeras veces que escribo, así que espero que les guste.
Cómo veis, no tiene nada que ver con el mundo de Operación Triunfo, y estoy dispuesta a escuchar cualquier propuesta para continuar el fic.
Dicho esto, gracias por leerme.
Hasta la próxima.
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Necesidad de ti.
FanfictionTe necesito. No sólo ahora, siempre te he necesitado. Te necesito, pero aquí conmigo. Tengo necesidad de ti.