— ¿Tiene idea de lo difícil que es ser trabajadora sexual hoy en día profesor? Ganamos lo mismo que un obrero. —comentaba mientras caminaban.
El profesor empezaba a incomodarse pero seguía caminando sin mirarla
— Ya nadie quiere contratarnos — continuaba hablando ella — hoy todos prefieren la inteligencia artificial, usted ha estado con una de esas robots sexuales profesor?
El profesor empezó a sentir como el calor se le subía al rostro y empezó a sudar. Ahora la conversación tomaba un giro muy personal y no estaba preparado para responder algo así.
— No, por supuesto que no— respondió al fin el profesor bastante sonrojado
— Uhmm, debe ser usted uno de los poco que aún no lo hace. Supe de gente que se divorció solo para seguir su vida con una robot sexual.
— Es una locura — Sonrió al fin el profesor
— Si usted pudiera elegir entre una prostituta y una robot sexual, que elegiría profesor? — Se detuvo y lo miró a los ojos como si de verdad quisiera saber la respuesta
Si antes se había incomodado ahora sí que estaba verdaderamente apenado, sonrojado y no sabía que responder. "elige la prostituta" pensó el profesor; pero estaba tan bloqueado que solo atino a reírse de forma tonta. La seriedad en el rostro de ella lo hacía poner más tenso y se dio cuenta de que de verdad quería una respuesta.
— No sé, nunca lo había pensado. — Por fin respondió sonriendo con timidez.
— Que este bien profesor, tengo que entrar a clase — Se despidió ella al fin con una gran sonrisa, como si hubiera logrado lo que quería.
Ahora eran varias cosas que el profesor tenía que digerir. Primero el hecho de que una alumna suya, que además era prostituta, se le insinuara haciéndole preguntas incomodas. Segundo, su reacción de timidez tan ridícula cuando ella le hizo las preguntas y tercero la curiosidad que le daban los robots sexuales.
"Solo es una mujer que está teniendo problemas en su trabajo y necesita clientes" pensó el profesor tratando de sacarse la idea que su alumna podría de verdad sentir alguna atracción por él. "Es muy atractiva, de eso no hay dudas; pero no soy tan tonto como para caer en ese juego" El profesor paso gran parte de su tarde rumiando pensamientos, recordando la piel morena de su alumna, esos ojos negros enormes, la forma en que lo miro. En fin, no se la pudo sacar de la cabeza.
"¿Que elegiría yo? ¿Una prostituta como ella o una robot sexual?" ahora dio a paso a pensamientos más perturbadores y no le quedo más que googlear en su teléfono "robots sexuales"
El primer resultado que le apareció era una anuncio sobre servicio de robots sexuales personalizadas. El profesor dio clic cediendo ante la curiosidad "esto debe ser una estupidez, como puede alguien acostarse con un robot?" pensaba el profesor mientras iba entrando en el sitio web.
El anuncio mostraba mujeres desnudas con senos enormes, caderas grandes, rostros perfectos, ojos azules, cabellos rubios, mujeres morenas; era un catálogo de mujeres realmente escandaloso. El escepticismo del profesor se iba mezclando con su curiosidad y no podía mentirse más, la erección lo delató. "Pero son robots, esto no puede ser real" al profesor no le quedó más que aceptar que ahora su curiosidad se había convertido en deseo.
Al día siguiente el profesor, con algo de timidez, se acercó hasta la tienda que había encontrado en el anuncio de Internet. "Robots sexuales personalizadas, veremos qué tan real es todo esto" pensaba el profesor mientras entraba en el lugar.
Parecía una vieja tienda de juguetes sexuales, la decoración le pareció algo vulgar y no concordaba con un lugar que diseñaba la más alta tecnología del momento. El profesor trato de ignorar sus prejuicios y siguió hasta el mostrador. Aquí apareció un hombre con un aspecto misterioso pero muy seguro de si mismo.
— ¿En qué puedo ayudarle? — Preguntó el hombre
— Tengo entendido que aquí venden...uhmm, robots — el profesor no pudo ocultar su vergüenza
— Tranquilo buen hombre, no tiene por qué sentirse apenado. Se sorprendería al saber quiénes son nuestros clientes más fieles — dijo el hombre con una gran sonrisa en el rostro.
— Lo siento, yo...
— Es su primera vez, lo sé — interrumpió el hombre antes de que el profesor terminara la frase. — Sígame por acá.
El hombre condujo al profesor por un pasillo y se metieron al fondo de la tienda, como en una especie de gran bodega.
— Es curioso que en nuestra época sentíamos este mismo temor al estar por primera vez con una prostituta — Conversaba el hombre mientras caminaban — Ahora lo sentimos por estar con un robot, ¿no le parece tonto?
— Bueno, es intimidante
— ¿Por qué? La robot no va juzgar su desempeño — El hombre rio con fuerza
Ahora entraron en una sala, como una especie de laboratorio médico.
— No se preocupe, ahora nos encargaremos nosotros, por favor acuéstese en la camilla — comentó el hombre mientras tomaba algunos papeles del escritorio
— ¿Qué? ¿Esto es necesario? — Preguntó el profesor algo confundido
— Claro que sí, nuestras robots son personalizadas; ¿de donde cree que sacamos la personalización? ¿Como pretende que sepamos sus gustos?
— Pensé que yo se los diría.
— Jajá, usted parece un hombre sacado del pasado.
Conectaron varios electrodos a su cabeza, también le iban monitoreando los latidos del corazón, el pulso, los ojos. Todo. Al frente tenía un televisor que iba pasando escenas con diferentes tipos de mujeres desnudas. Eran escenas bastante sexuales y el computador iba notando como reaccionaba su pulso a cada una de las diferentes tipos de mujeres. Cuando pasaba una mujer morena su corazón se aceleraba más que cuando pasaba una rubia, sus pupilas se dilataban más cuando pasaba frente al televisor una mujer de pechos grandes y no lo hacía cuando mostraba una mujer de tetas pequeñas. El computador noto como se excitaba más ante una mujer de rasgos árabes que ante una mujeres de rasgos americanos. Y así poco a poco su robot sexual se fue personalizando.
— Es todo, en cinco minutos su robot estará lista, le aseguro que disfrutara mucho del resultado — dijo el hombre luego de quitarle todos los cables.
Ahora estaba sentado en una sala de espera privada, estaba solo. Su robot saldría en cualquier momento por una puerta y se encontraría con él. Ahora el profesor tenía una curiosidad mezclada con algo de temor e indignación. Ahora empezaba a entender; las prostitutas habían perdido sus empleos, no había forma de competir con esto. ¿También el perdería su empleo en el futuro? "No solo yo, todos perderán su empleo" pensó mientras movía sus pies de forma compulsiva.
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Los robots y la sexualidad
General Fiction¿Te imaginas lo que puede pasar en el futuro de la sexualidad humana cuando la inteligencia artificial pueda satisfacer nuestras necesidades mejor de lo que lo hace un hombre o una mujer reales? El profesor es un hombre que se niega a este cambio p...