Hoy compré un teléfono y mis primeros dos contactos fueron Verónica y Ken, ahora estamos en contacto y es como si algo volviera a la normalidad. Pero se que sin mi familia nada volverá a ser como lo era antes.
Quiero ir a nuestra casa, quiero ver las condiciones en la que se encuentra pero si voy estoy segura de que voy a llorar y tener a Alec respirándome en la nuca no ayuda para nada. Es frustrante y ya no lo estoy soportando, quiero más espacio personal y no lo puedo tener.
La situación me está matando.
Quiero escapar por lo menos un segundo de él, pero tengo miedo de que algún desconocido se me acerque para advertirme de algo. Pero también quiero saber más, quiero saber porque me advierte a mi.
Las horas pasaron.
Después de pasar por la biblioteca y tener a Alec respirándome en la nuca, empiezo a creer que no tiene familia y no tengo el valor para preguntarle.
Luego fuimos al departamento, el cual se encontraba completamente solo. Esto es deprimente, se está volviendo extremadamente aburrido y tengo que admitir que no me gusta sentirme encerrada. Me gustaría ir a cenar a fuera o a pasear por las calles de Francia. Siempre me ha gustado estar fuera, soy una chica libre y estoy sorprendida de mi misma al mantenerme a raya.
Después de dejar mis cosas en la habitación me dirigí a la cocina, tengo un hambre de los mil demonios. En la universidad no comí muy bien y siento como si hubiese durado dias sin probar bocado.
Al pasar por la sala veo a Alec mirando por la ventana con mucha cautela, como si no quisiera ser visto por alguien de afuera y es imposible ya que estamos en un séptimo piso.
Voy a la cocina y me hago dos sándwiches, uno para Alec y el otro para mi. La verdad es que nunca lo he visto comer y no quiero pensar que es un robot.
Respiro hondo y con pasos lentos me acerco a él, al sentirme cerca volteó con lentitud como en una película de terror. Su mirada dió con la mía y su ceño, el cual estaba levemente fruncido se suavizó de una manera casi inexistente.
— Te traje esto... —le tiendo el plato con el sándwich—, es una forma de agradecerte y de pedirte disculpa por... lo que te dije —. De solo recordar que le llamé idiota me siento mal, pero yo estaba alterada y no controlaba mis emociones.
Le dejo el plato en la mano y di media vuelta para volver a la cocina y comerme mi sándwich con una taza de café, quizás no pueda dormí más tarde pero da igual.
— ¿Puedo cenar contigo? —salgo de mis pensamientos cuando veo que Alec se sienta a mi lado, no digo nada pero es algo incómodo.
— Ah si, por supuesto —no sé porque lo pregunta cuando ya lo hace—. ¿Quieres algo de beber? — no quiero mantener el silencio porque es realmente raro, estoy como frisada en mi lugar.
— No, gracias —su voz es baja y me atrevo a mirarlo, su ojos está en la pared que está llena de armarios cerrados—. Y sobre lo de hace minutos, no tienes que disculparte ni mucho menos darme las gracias. Es mi trabajo y mi deber es mantenerte a salvo..., creo que lo estoy logrando — una risa baja fue lo que salió de sus labios y me sorprendí un poco que hasta sonreír.
— Supongo que soy fácil de cuidar...
— Aunque no lo creas eres difícil de mantener a salvo. Por cierto, me gusta tu forma de pedir disculpa — si antes su risa fue baja, ahora rió con más ganas.
No podría describir su risa, es como ronca con un poco de suavidad. Es sincera y me permito reírme junto a él, después de todo puedo reír. Es como si me hubiese quitado un peso de encima.
— ¿No te dio miedo fallar el tiro? Digo..., ese hombre me tenía aprisionada, muy pegada a él y tú... ¿sabes? —lo miro con el ceño fruncido, con miedo de solo recordar aquel suceso y de decir en voz alta mi mayor miedo. Mi vista se puso borrosa y dirigí mi mirada a algún lugar que no fueran los ojos de Alec—. Tenía miedo a que tú... —suelto una risa sin humor, de esas que son amargas y solo quieres suavizar el mal rato.
Pero no salió más, solo respiré para tratar de borrar ese episodio de mi mente. No quiero tener pesadillas donde soy yo quien recibe ese disparo, donde cada vez que aprieta el gatillo me despierto como una loca tratando de respirar.
Desde qué pasó eso, me veo con un disparo en la cabeza.
— Me dejaras al merced de esos... tipo.
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En El Olvido ©
Short StoryCassandra Jenkins sintió que su vida se derrumbaría luego de haber perdido a sus padres y a su hermana pequeña en un incendio. Sentía que ya nada tendría sentido sin ellos y no tenía ganas de vivir. Pero luego llegó él para evitar que se derrumbase...