Dollan

El frío de la noche era una de las debilidades de Penny, la pequeña de 8 años temía a la oscuridad y se arropaba fuertemente en su alcoba.
Sus padres cada noche la escuchaban hablar sola desde su habitación, y como todo niño, tener una "amigo imaginario" no era extraño. Pero a medianoche paso algo mas que normal, la pequeña tocaba desde su puerta o eso creían.

—Pen..?

—Mami...

Al oírla llorar sus padres corrieron abrir enseguida, pues temían que la niña se asustara por la fuerte tormenta que hacía. Su padre fue el primero en asomarse por el pasillo pero no encontró a nadie y eso preocupo a los padres.
El otro hijo que yacía en la habitación contraria le molestaba los ruidos que provocaba su hermana, se decía asi mismo que ya era pronto para irse de ahí, lo haría cualquier dia. El adolescente daba vueltas en si pero no conseguía resultado, las pisadas por el pasillo se hacían más sonadas al igual que su enojo. Decidido se levantó y salió de allí encontrándose con el peluche favorito de su hermana. Aquel muñeco le provocaba escalofríos al joven, en su vida había visto gustos tan extraños como el de su hermana. Y ese oso era uno de los tantos degollados por la pequeña, sin ojos y boca, llegaba a puntos tan extremos como lo era rellenarlos de pelo de gato. Esa fue una de las causas de muerte de Don Michu, un terrible final para el indefenso animal. Se decía que su familia eran unos completos raros, sus padres estaban locos pues aceptaban cualquier berrinche y capricho por la niña. Se condolía de cada mascota que recibió como obsequio, en menos de dos semanas terminaban muertos y era una completa pena. Creía haber visto todo en su corta vida y no era así, estaba equivocado. Antes de poder tomarlo del suelo se retuvo, le provoco asco dejandolo alli, ya mañana estaría en su lugar se dijo así mismo. Antes de voltearse escucho un quejido proveniente de la sala, al percatarse que las habitaciones se encontraban cerradas dedujo haber sido una idea suya o producto de su imaginación. Ya el pobre estaba acostumbrado a vivir con las voces de al lado por lo que no se sorprendió fácilmente. Entró en su habitación y cerró la puerta, su mente le decia que habia sido el final de una tragedia.
Sin dar ya más vueltas se acostó en su cama queriendo por un momento olvidar las escenas que le ha tocado vivir y sin saberlo daba por inicio el ritual.
A la mañana siguiente no encontró a sus padres por ningún lugar de la casa, así como hallo aquel horroroso peluche encontró dos más. Una mujer y un hombre en miniatura se encontraban a las fueras de su habitación. Supuso ser una broma de la infante por lo que no tomó en cuenta y dejó allí. No era el tiempo para molestarse pues se hacía tarde para irse. Pronto se percató que la puerta principal tenía cerradura y que las llaves no se encontraban a su disposición. El ruido de estas se hizo sonar desde atrás.

—Madre necesito irme en cuanto antes, así que...

Creyo que el sonido provenía del movimiento que hacía su madre con estas, pero quien se encontraba era la pequeña Pen. El muchacho la observó y como siempre el aura de frialdad que emanaba era tan normal y a la vez extraño.

—¿Dónde está mamá?

Quería respuestas sobre la confusa desaparición, y aunque obtenerlas de una menor era una ocurrencia solo pudo mirarla esperando por ellas.

—Te dio los buenos días, ¿recuerdas?

La niña iba con paso lento a su dirección y el joven sentía que cada paso significaba peligro.

—¿Dónde está papá?

—También lo hizo...

Ya la molestia y preocupación lo irrumpian, el paradero de sus padres era la incógnita en su mente.

—Ni siquiera les distes un beso de despedida, lloran porque tu no los quieres de ninguna forma. Pero no te preocupes, ellos te esperan

Al decir aquellas palabras la pequeña sacó de su bolsillo una tijera y sonrió a su hermano de una manera alegre.

—Tendré a mi familia completa, por fin...

Entendió el chico al fin todo, los muñecos que lo recibieron en la mañana no eran ni más ni menos que sus raros padres...

Mayo 20, 2019.