Capítulo veintidós.

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Abrí mis ojos de par en par al tocar una cabeza completamente rapada, la oscuridad inundaba la habitación, pero no hacía falta verlo, podía deducir fácilmente de quien se trataba y rogaba equivocarme.

–O...wen... –musité mientras me apartaba lentamente.

–Danbi yo... yo... –él aclaró su garganta sonoramente.

Respiré profundo sonoramente y me aparté rápidamente de él, estaba demasiado sorprendida como para articular palabra alguna, pude escuchar pasos y pronto la luz de la habitación se encendió.

–Esto... –titubeó él regresando hacia mí haciendo ademanes como es su costumbre al explicarse nerviosamente–, tú me jalaste y me besaste y yo... no quería, pero...

–¿Por qué estás en esta habitación Owen? –cuestioné finalmente.

–Yo venía a despertarte para que tomaras tu medicina.

–¡¿Y porque me dijiste bambi?! –arrugué mi ceño.

Él sonrió ligeramente pero no dejaba su expresión de culpabilidad y terror.

–Es que... me pareció que ese apodo suena... algo... ¿bonito? –se acercó a la cama manteniendo su mirada al piso rascando su nuca torpemente–. Entonces quería intentar decirlo... y... bueno... –aclaró su garganta–. ¿Pensaste que yo era Bloo?

–¡Si! –yo estaba molesta.

–¿Y porque besarías a Bloo? –finalmente me miró a los ojos.

–Porque... –evité su mirada–. Emh... –fruncí un mohín–. Bueno... él y yo... –apreté mis labios mugiendo levemente como si fuera una vaca. No lograba encontrar una explicación.

–Está bien si no quieres darme una explicación no tienes que hacerlo. Tómate tu medicina y duerme.

Owen salió de la habitación tan rápido que no pude pronunciar palabra, aunque no tenía algo por decir. ¿Qué iba a explicar? Que... beso a Bloo porque me excita demasiado y lo deseo. Esa es la única y verdadera razón, pero no se lo iba a decir a mi bro. Sospecho que no iba a gustarle esa respuesta y aunque normalmente no me interesa lo que los demás piensen de mí, Owen es especial y lo último que deseo es que se moleste conmigo.

Estiré mi mano hasta el velador junto a la cama para tomar el vaso con agua y tragué las pastillas que comedidamente Owen había dejado preparadas en un pequeño plato, volví a recostarme, pero la luz estaba encendida y la puerta abierta, solté un quejido ya que tenía demasiada pereza para levantarme, pero lo hice, caminé dando brinquitos apoyada en una sola muleta hasta el interruptor junto a la puerta, apagué la luz y me disponía cerrar la puerta, pero escuché voces.

Uno de mis peores defectos es la curiosidad, no podía simplemente ignorar las voces y ya que la curiosidad mató al gato no a bambi, me dirigí hasta la habitación de donde provenían las voces, me recargué hacia la pared y escuché atentamente.

–¿Qué te pasa Owen? –cuestionó Bloo somnoliento.

–¡Responde lo que pregunté!

–¿Por qué demonios estas gritándome? –gruñó Bloo, pero no sonaba molesto.

–¡No evadas el tema y responde ya!

–Oye... –la voz grave de Bloo cambió drásticamente y me causó un escalofrío, esta vez sí parecía realmente molesto–. Primero me despiertas sacudiéndome como si yo fuera un trapo y después empiezas a preguntar cosas que no comprendo.

–No hagas que me enfade más, Daniel... –Owen sonaba irritado, como si estuviera intentando contener sus gritos–. ¡Responde la maldita pregunta!

–¡AHH! ¡Estoy lastimado, idiota!

RUDEWhere stories live. Discover now