El cuaderno de Sarada (Parte II )

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Boruto le pidió a Sarada que lo ayudara con los entrenamientos de Shuriken. Sabía más que nadie que ella era la experta en esa área. La Uchiha no se negó. Entrenarían juntos por primera vez, porque normalmente, lo hacían por separado. Sarada salió a las apresuradas del departamento y le dejó una nota a su madre de que iría a entrenar con Boruto. Cargó las herramientas en su bolso y, por supuesto su cuaderno, al tener todo listo partió. Se encontraron en la avenida principal y de allí salieron hasta el campo de entrenamiento más cercano. En el camino conversaron sobre la reciente misión que habían tenido y discutieron un poco. Llegaron al lugar acordado, ella dejó su bolso detrás de uno de los árboles y sacó varios de los shuriken.

Corrió hasta el rubio y se posicionó delante de los troncos de entrenamiento. Boruto contempló a la chica en silencio, observó cada uno de sus movimientos a la perfección, sin dudas era su especialidad. Sin ni siquiera pestañear, le acertó a cada uno de los blancos. Contenta le enseñó una mirada de burla. Boruto rechistó y revoloteó los ojos. Chasqueó su lengua y sujetó los shuriken para arrojarlos. Algunos fueron directo al blanco y unos cuantos cayeron afuera.

—Así no se hace—dijo Sarada.

—¡Ya lo sé!—le gritó irritado—. Por algo te pedí ayuda—murmuró sonrojado.

—Eh, quién lo diría. El chico más escandaloso dejando atrás su orgullo para pedirme ayuda—siguió en tono burlón.

—¡Ya cállate!

Sarada soltó una leve risita burlona y le enseñó a arrojarlos. Boruto desvió la mirada avergonzado, ¿cómo podía ser tan molesta? Pensó. Hoy llevaba un pequeño quipao corto y una pequeña bufanda amarilla. Le quedaba bonito y le hacía lucir su lado femenino. El rubio sacudió la cabeza, ¿por qué de repente la miraba de esa forma? Prestó atención a sus indicaciones y continuó con el entrenamiento. Estuvieron así por un buen largo tiempo. Hasta que finalmente, Sasuke los interrumpió. El Uchiha miró de reojo a su estudiante y luego a su hija.

—Sarada, pensaba venir a buscarte para entrenar, pero veo que estás ocupada—dijo.

—¡Papá!—repuso contenta—. No te preocupes, ya estábamos terminando, podemos entrenar si quieres.

En verdad hubiera querido pasar más tiempo con Boruto, no tenía siempre esas oportunidades, como tampoco lo tenía en pasar tiempo con su padre. Los dos hombres más importantes de su vida estaban frente a ella y no sabía con cuál decidirse. Optó quedarse con su padre, necesitaba mejorar su entrenamiento y si quería ser la próxima Hokage, debía volverse más fuerte. Sasuke le informó a Boruto que después seguiría con él. El rubio asintió y los despidió. Sarada le dijo que continuara con sus indicaciones y se fue con su padre. Boruto soltó un soplido y luego esbozó una cálida sonrisa, por un momento, se sintió satisfecho. No podía creer que hubiese pasado un momento a solas con Sarada y le haya parecido tan poco tiempo. Hubiera querido estar más tiempo con ella, no siempre sucedía.

Caminó hasta el árbol para buscar sus cosas y se llevó una sorpresa. El bolso de Sarada estaba ahí, lo recogió y volteó para regresárselo, pero ya no estaba más. Soltó otra bocanada de aire. Era la segunda vez que perdía sus cosas personales.

—¿Acaso no soy siempre yo el despistado?—colgó el bolso en su hombro y se retiró a su casa.

Llegó a la residencia Uzumaki y su hermana estaba preparando unos bocaditos para su padre. Boruto pensaba ayudarla, antes quería quitarse la ropa y darse una pequeña ducha para quitarse el sudor. Apestaba a todo. Subió las escaleras en dos zancadas y al abrir la puerta de su habitación, se tropezó por la misma inercia, cayó de frente y el bolso de Sarada se abrió, dejando caer el dichoso cuaderno. No lo iba a leer, claro que no, no si no hubiera caído abierto y justo en una página donde a él le llamó, poderosamente, la atención. No solo por lo delicada que era su letra, sino más bien, por lo que estaba escrito:

SIN FECHA 11:

De verdad me gustas Boruto.

Lo comprobé hoy cuando vi, que otra vez coqueteabas con otras chicas, ellas ni siquiera te interesan. Solo te haces el importante. Mientras flojeabas, yo tuve que entregar el informe de la misión que tuvimos con Konohamaru y Mitsuki.

No pudo evitar continuar leyendo esa última página que había escrito. La palabra "De verdad me gustas, Boruto" quedó grabada en su mente. Su corazón latió con fuerza y sintió que su cuerpo completo estaba ardiendo. Se sentía avergonzado. Mientras más leía ese diario, más rojo se ponía su rostro. Estaba haciendo algo que jamás debió haber hecho. Lo peor no fue que lo leyó, lo peor fue que se enteró que su amiga de la infancia, su compañera de equipo, estaba enamorada de él y....¿Yo qué siento por ti, Sarada? Sacudió la cabeza. De la nada empezaba a preguntárselo, por las cosas que escribía y lo que él recordaba, en miles de ocasiones se sentía nervioso a su lado y, a su vez, cómodo. Era la única chica con la que podía mostrarse tal cual era. Con las demás fingía ser algo que no era, pero con Sarada no podía. ¿Por qué? Quizá porque era natural comportarse como un idiota y no le molestaba hacerlo. El sabía que lo observaba, por eso no quería defraudarla, quería dar su mejor impresión y ahora caía en la cuenta de por qué. Tragó saliva con fuerza. Leyó varias veces esas páginas. Y varias partes de ese cuaderno. No podía creerlo.

—Sarada, no tenía idea que....—dijo tapándose el rostro de la vergüenza—. Que te gustaba.

Su mente divagó unos instantes, recordando la ropa que llevaba hoy, de verdad lucía muy atractiva, siempre notó que su piel era más blanca que la de cualquier otra chica. Incluso sus cabellos eran distintos. Siempre lo pensó. Negó con la cabeza. No debía pensar en ella de ese modo, ¿o tal vez sí? Ella también no quería admitir sus sentimientos y tenía razones para hacerlo. Él también. En el fondo era su amiga y le costaba verla como algo más, no porque no quisiera, solo que era extraño. ¿Cómo sería tomarse de las manos? ¿Qué se sentiría....besarla?

—¡Ah! ¡Tengo que devolverle el cuaderno!—masculló—. Quiero saber qué más piensa de mí, maldición. Si no se lo devuelvo, no seguirá escribiendo cosas de mí—ojeó el cuaderno una vez más, no dejaba de hacerlo.

Le gustaba cómo ella hablaba sobre él. Notaba cosas que ni siquiera sabía que hacía. El golpeteo de la puerta lo arrancó de sus pensamientos y ocultó el cuaderno detrás suyo. Era Himawari diciéndole que lo estaba esperando para terminar los bocaditos.

—Ya voy, Hima.

Ella se retiró, Boruto guardó el cuaderno en el bolso. Ya buscaría el momento para devolvérselo. O sino estaría como loca por segunda vez. Mañana se lo devolvería. Sería una excusa para verla una vez más. A veces solo quería pasar tiempo con ella, era divertido, era lindo verla enojada y llevarle la contraria.

Al día siguiente se reencontró con ella en el mismo lugar. Sarada corrió hasta él con todas las prisas que pudiera tener. Sabía que fue el último que estuvo con ella ayer y seguro tenía el cuaderno, otra vez, y definitivamente fue así. Boruto le entregó el bolso, con una expresión de desconcierto, una ceja levantada y un pequeño rubor en sus mejillas. Lo peor era que había leído el contenido.

—¡¿NO LO LEÍSTE?!

—¡Claro que no! ¡¿Por qué me interesaría?!—no fue tan convincente, pero Sarada se lo creyó.

El mentía. Sí había leído el cuaderno, hasta recordaba la intensidad con la que lo leyó, estaba embobado. Nunca en su vida le gustó leer, pero su letra y la forma en que narraba, hasta lo que decía sobre él, lo terminaron llevando de una página a la otra hasta terminarlo. Hubiera querido que jamás haya leído el contenido, pero su torpeza o el destino, quiso que lo hiciera. Y ahora sabía su secreto, sabía que ella estaba enamorada de él en secreto, ¿cuándo se lo diría? No lo sabía.  



NOTA:

Esta parte se iba a llamar "Entrenamiento" pero a medio camino cambié de parecer.

Espero que les haya gustado.

Ufff, Boruto ya lo sabe....

Veremos cómo sigue todo esto.

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El Hijo del Hokage (BoruSara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora