05 parque de diversiones

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Mini maratón 1/2

Las clases habían terminado y ambos chicos estaban solos de nuevo limpiando, este día tendrían mucho trabajo, después de limpiar el salón también tendrían que limpiar el gimnasio ya que lo usaron hoy.

La albina suspiró con pesadez, preferiría una expulsión a tener que limpiar tanto.

-Los puntos de presión son áreas en el cuerpo humano que al ser manipuladas de alguna manera específica pueden producir un dolor considerable u otros efectos como mareo, desmayos, ardor, etc.- dijo el rubio mirándola con el ceño ligeramente fruncido.

-así que lo investigaste- lo miró sonriendo dejando de lado el trapo con el que limpiaba las ventanas.

-eso hiciste para noquear al inútil de Deku- afirmó.

La albina sonrió guiñando un ojo y poniendo su dedo índice sobre sus labios en señal de silencio.

-shhh, guarda el secreto por favor- regreso a limpiar las ventanas.

-es un arte marcial muy vieja, ¿cómo mierda hiciste para aprenderla?-

-mi mamá conocía un monje que la practicaba, llevó años practicando- ambos se quedaron en silencio después de eso.

Después limpiar el salón siguieron con el gimnasio, el cual había quedado bastante sucio, para no haber estado mucho tiempo ahí, estaba sumamente sucio.

La oji-azul miró por la ventana, ya estaba atardeciendo y no tardaría mucho en anochecer, así que guardo los balones que otras clases habían usado.

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La chica suspiró poniéndose sus típicos zapatos de jazz mientras el rubio también se ponía los suyos, ambos se tuvieron que cambiar los zapatos para limpiar el gimnasio.

Comenzaron a caminar juntos en silencio, después de la platica en salón ya no hablaron, más que para soltar una que otra palabra altisonante y quejidos por tener que limpiar tanto.

Shirayuki miró al chico de reojo, tenía las manos en los bolsillos el semblante y serio, por primera vez no lo veía con el ceño fruncido.

*se ve tan buen mozo con esa expresión más tranquila* se sonrojo ante ese pensamiento y volvió a mirar al frente.

Siguieron caminando en tranquilidad hasta el momento en el que se separaron, Shirayuki miró el cielo oscuro, sacó su teléfono y miró la hora, las 7 en punto, vaya que limpiar todo eso les había tomado bastante tiempo.

Un par de cuadras más y el teléfono de la albina empezó a sonar, se frenó de golpe y lo buscó en su mochila de forma rápida y algo desesperada, podría ser su padre, provocando que se le cayera el cuaderno donde hacía anotaciones sobre los quirks de sus compañeros y profesores.

Al fin encontró el teléfono y lo reviso, reconoció el número de inmediato y lo silencio, no tenía ganas de hablar con ella en ese momento, siempre creyó que era una sabelotodo.

Buscó con la mirada su cuaderno, estaba intacto así que sonrió por eso, se agachó a recogerlo pero una mano algo grande lo tomó antes que ella, levantó la vista con algo de desagrado y pudo ver a un hombre con una gabardina beige junto a unos lentes oscuros. El hombre tenía su cuaderno en la mano mientras sonreía.

-devuélvemelo- demandó la albina con un tono firme y el ceño fruncido.

El hombre sonrió y empezó a desatar la gabardina, la chica reaccionó de inmediato y se cubrió los ojos con las manos.

Bakugou y tú   Doble caraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora