Oiwa

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Oiwa estaba casada con un samurai llamado Iemon. No era un matrimonio feliz, porque Iemon era un hombre despilfarrador y un ladrón. Un día, Oiwa decidió dejar a su marido y regresar a su casa familiar. Iemon la siguió, pero fue detenido por el padre de Oiwa, Yotsuya Samon. Samon sabía de las fechorías de Iemon, le había robado dinero a su patrón, y exigió que Iemon se divorciara de Oiwa. Iemon sacó su espada y asesinó a Samon. Iemon fue con Oiwa y mintió diciendo que un extraño había matado a su padre en el camino. Le rogó que se reconciliara y prometió vengar el asesinato de su padre.

Algún tiempo después de eso, Oiwa quedó embarazada y dio a luz a Iemon un hijo. Los tiempos eran duros y tenían poco dinero. Oiwa se enfermó después de dar a luz y Iemon se resentió. Junto a su casa vivía un médico rico llamado Itō Kihei. Tenía una hermosa nieta llamada Oume que se sintió instantáneamente atraída por Iemon, y quiso casarse con él. El médico amaba a su nieta y conspiró para ayudarla a casarse con Iemon. Prescribió un ungüento para Oiwa para ayudarla a recuperarse de su enfermedad, pero, en realidad, era un veneno que horriblemente desfiguraba su rostro. Viendo el rostro marcado de Oiwa, el resentimiento de Iemon se convirtió en odio. Posteriormente, Kihei sugirió que Iemon se divorciara de Oiwa y se casara con su nieta. Si se casaba con Oume, toda la riqueza de la familia Itō podría ser suya. Iemon estaba tan disgustado por el rostro de Oiwa, y Oume era tan joven y atractiva, que estuvo de acuerdo. Iemon comenzó a empeñar las posesiones de Oiwa, su kimono, su ropa e incluso la ropa su hijo, para tener suficiente dinero para casarse con Oume. Debido a que necesitaba una razón legítima para divorciarse de su esposa, Iemon contrató a su amigo Takuetsu para que violara a Oiwa para que pudiera acusarla de infidelidad.

En una noche preestablecida, cuando Iemon estaba fuera de la casa, Takuetsu entró y se acercó a Oiwa. Al ver su rostro, estaba tan asustado que dejó el plan y se lo explicó a Oiwa; luego le mostró un espejo. Oiwa no sabía lo que la pomada le había hecho a su cara y, cuando vio su reflejo, se horrorizó. Oiwa se volvió loca, agarró una espada cercana y se suicido cortandose la garganta. Mientras Oiwa yacía en el suelo sangrando hasta la muerte, maldijo repetidamente el nombre de Iemon hasta que murió.

El cuerpo de Oiwas fue descubierto por el sirviente de Iemon, Kohei. Cuando Kohei le dió la noticia a Iemon, Iemon se puso muy contento. Kohei sospechó de Iemon, pero antes de que pudiera hacer nada, Iemon lo asesinó. Clavó los cuerpos de Kohei y Oiwa en una puerta y los arrojó en un río. Después, inventó una mentira en la que Kohei y Oiwa habían estado durmiendo juntos. Finalmente fue libre para casarse con Oume.

La maldición de Oiwa no tardó mucho en surtir efecto. En su noche de bodas con Oume, Iyemon tuvo problemas para dormir. Se dio la vuelta en la cama y vio, junto a su rostro, el horrible y desfigurado rostro del fantasma de Oiwa. Agarró su espada y atacó al fantasma. Justo entonces, la ilusión terminó, e Iemon vio que no era Oiwa lo había herido, sino Oume. Su nueva esposa estaba muerta en el suelo. Aterrorizado, Iemon corrió al lado para buscar la ayuda de su suegro. Sin embargo, cuando llegó a la casa de Itō, fue confrontado por el fantasma de Kohei. Una vez más, Iemon atacó con su espada, pero no tan pronto lo hizo, la ilusión terminó y vio al cuerpo muerto de Itō Kihei tendido en el suelo.

Iemon huyó en la noche, pero el onryo de Oiwa lo persiguió. Dondequiera que iba, el fantasma de Oiwa estaba allí. Su rostro desfigurado asaltaba sus sueños y su terrible voz gritaba por venganza. Incluso se le apareció en las linternas de papel que iluminaban su camino. Eventualmente, Iemon corrió hacia las montañas, donde se escondió en una cueva aislada. Pero Oiwa también lo siguió allí. Asombrado por el fantasma de Oiwa, incapaz de distinguir la pesadilla de la realidad, Iemon terminó loco.

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