Cap. 3

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Aquella rutina comenzó como siempre.
Sin embargo, la niña se sentía con mucha mas energía y ánimos que los primeros días.
Se puso su uniforme, puesto que ya era obligatorio llevarlo desde aquel día y por el resto de los tres años siguientes.

Ya habían pasado dos semanas desde que comenzaron las clases en aquella escuela, y las cosas pintaban maravillosamente.
Se había convertido en una amiga cercana de Albar y eso la había animado en demasía.
Finalmente conocía lo que era la amistad y amabilidad, estaba infinitamente agradecida por ello.
Aún si ella y Albar eran demasiado distintos, ya que ella era demasiado callada y quieta mientras que él era una bomba de energía, no les importó ese obstáculo, se complementaban a la perfección.

Cada día, Albar la esperaba en la esquina de la calle de la escuela, y aquel día fue de la misma manera.
Llegaron juntos al salón y se sentaron en sus lugares de siempre.

La mañana transcurrió de manera pacifica y normal, hasta que la profesora encargada del grupo llegó para una supuesta asignación de lugares de acuerdo a su desarrollo en los últimos días, tanto en sus entrenamientos como en sus clases.

A Aline la sentaron en la segunda fila, segunda hilera. Albar estaba a su lado derecho, en la tercer hilera.

La chica se encontraba rodeada de mas chicos, a los cuales no conocía para nada. Su mente comenzó a trabajar a una velocidad sumamente alta, pero la voz de su único amigo la hizo relajarse.

—Vaya, hemos pasado de estar alejados de todo al mundo, a estar rodeados de un montón de gente —hablaba alegremente mientras miraba a su al rededor —supongo que estas apunto de colapsar por esto.

La chica solo asintió mientras sudaba frío y miraba por todos lados tratando de hacer el menor contacto visual posible.

—Pero yo si quiero conocer mas gente, así que, con tu permiso... —el chico recargó su torso sobre la mesa de Aline para acercarse al pequeño niño que estaba del lado derecho —¡oye tu!

El pequeño de mejillas rosadas se encontraba alineando minuciosamente sus lápices, cuando escuchó el llamado de Albar volteó lentamente, muy extrañado en realidad.

—Disculpa, ¿me llamas a mi? —preguntó con una dulce y tierna voz.

—No veo que haya alguien mas detrás de ti —el moreno soltó una risita y Aline fingía leer su libro de biología —¿Cual es tu nombre?

El de lentes movió su cuerpo un poco hacia atrás debido a la desconfianza que sentía, pero al ver la amable sonrisa del contrario, tragó saliva y habló.

—Me llamo Valkey... ¿Por qué la pregunta? —acomodó sus lentes.

—Me gusta hacer amigos, lo siento. A cualquier lado que vaya acabar hablando hasta con las piedras —rascó su nuca y luego de unos segundos pareció recordar de que hablaba —yo me llamo Albar, y esta niña tímida se llama Aline —picó con su dedo índice la cabeza de la chica, y esta lo quitó con un golpe en la mano —es asocial pero muy amable, algún día te hablara —la chica solo lo miró de reojo.

—Ah... Esta bien —el chico vio extrañado a Aline, se podría decir que hasta con un poco de asco, pero continuó conversando con el otro —¿y tu cristal?

—Aquí —alzó la manga de su suéter y ahí se encontraba el cristal con forma de linea vertical color azul marino mientras chasqueaba los dedos de su otra mano. El pequeño se quedó un poco sorprendido.

—Azul... —miró hacia el suelo con duda y luego le mostró su mano derecha —al parecer coincidimos en color pero no en tonalidad —en la mano del pequeño, se encontraba un cristal con forma de la cabeza de un conejo de color azul celeste.

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