Capitulo 3

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Cogí una caja y noté una mano en mi hombro. Me giré sobresaltada dejando caer lo que llevaba en mis manos por si tenía que defenderme con ellas, pero al ver la cara de Calum con los ojos abiertos del susto que le había dado mi movimiento, cerré los ojos aliviada y solté un suspiro.

-- Dios, Calum... ¿Qué quieres? -- pregunté apoyando mis manos en la cadera y cerrando los ojos por unos momentos.

Casi se me había salido el corazón del pecho por su culpa, y él solamente reía por mi reacción. ¿Pero que esperaba? Pensaba que estaba sola, y de repente alguien me toca el hombro, lo más normal es que piense que algún espíritu me estaba atacando, teniendo en cuenta lo que me había comentado cuando había puesto camino a esta casa.

-- Ohhh... -- dijo en tono burlón. Yo me crucé de brazos y levanté una ceja esperando su próximo comentario. Como dijera una sola palabra de esto... no se que haría con él. -- ¿Quién era la que decía que los fantasmas no existían? ¿Qué los rumores eran mentira? Y ahora estás cagándote del susto que te he dado. -- se rio y le di una palmada en su brazo, que esta vez no fue débil, esperaba que le doliese y que dejara de reírse, pero en vez de eso siguió riéndose de lo más a gusto.

-- ¿Se puede saber por qué has vuelto? Creía que ya estarías de camino hacia tu casa. -- ignoré su risa. Espere a que  se calmara, lo que le llevó unos segundos. Respiró profundamente, preparándose para contestar a mi pregunta.

-- Las gafas... -- me las mostró para luego volvérselas a poner.-- Se me habían olvidado, y de pronto me acordé. No tenía más remedió que volver, me las regaló Janette, y no le haría gracia que las perdiera. -- hizo una mueca y yo asentí. -- Pero ya me iba.

-- Eso espero. -- dije en un suspiro.

Le empujé hacia fuera y sin esperar que volviera a despedirse cerré la puerta. Esta vez no entraría sin llamar, y entonces no podría volver a asustarme. Me maldije a mi misma por no haberla cerrado antes, pero solo lo había hecho porque el aire que entraba me hacía sentir más relajada.

Cogí de nuevo la caja que se me había caído y noté como alguien volvió a tocarme el hombro, encima el mismo, el derecho. Reí, mientras Calum se aclaraba la garganta, seguramente por no tener la satisfacción de haberme asustado como la primera vez. Me contuve, y ahora era mucho más fácil. Esta vez no había caído en su trampa ni había quedado en ridículo.

--¿En serio Cal? Una vez bien, pero dos... -- me giré con la caja en mis manos y esta se me calló al ver a alguien que no era Calum, ni siquiera se le parecía. -- ¡AHHHH! -- chillé fuertemente a pleno pulmón y me alejé de él hasta chocar la espalda con la pared. ¿Quién demonios era él? Y lo más importante, ¿qué hacía aquí?

-- Hey, tranquila. -- dijo la mar de relajado mientras me miraba con una larga sonrisa.

Se acercó a mí mientras reía, pero a mi no me hacía nada de gracia, es decir, ¿tenía que alegrarme porque alguien que no conocía de nada entrara en mi casa? Y encima si la puerta estaba cerrada.

Al mencionar la puerta en mi mente, la miré de reojo, y vi que ahora estaba junta. Había entrado por ahí, seguro ¿¡pero cómo!?

-- ¿¡Qué haces aquí!? ¿¡Quién eres!? ¿¡Cómo has entrado!? -- me apresuré a preguntar mientras intentaba alejarme más de él, lo que se me hacía imposible por la maldita pared que tenía pegada a mi espalda.

Me sentía cada vez más estresada. Había un extraño dentro de mi casa, delante de mí, que podría ser un asesino en serie y secuestrarme a cambio de pedir un rescate a mi familia... o incluso peor que eso.

-- Por la puerta. -- Al oír su voz tan tranquila y serena volví a soltar un grito ahogado sin poder evitarlo.

Su respuesta me había asustado, aunque ya lo sabía, oírlo de su boca sonaba tan irreal. Encima solo había respondido a una, la más sencilla de todas. Si había una cámara oculta por algún lado, esperaba que apareciera ya. No quería tener que aguantar esta asquerosa situación por más tiempo.

No confies en los fantasmas || Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora