A T R A P A D O - E N - E L - P A S A D O.

¿El inicio?

Ojos abiertos otra vez, lagañas causadas por las lágrimas liberadas a las 3 de la mañana, un vacío en el pecho y sin ganas de nada.
El cabello lo tenía nuevamente desordenado a pesar de ser corto podía notarse que apenas se levantaba.

Eran las 5 de la mañana y siendo lunes debía ir a la escuela.

Pasó una hora y seguía en la cama sin saber en que pensar con exactitud; en realidad nunca tenía ganas de asistir a la escuela.
No sabía que tenía en la mente, pero no lo dejaba en paz. Le provocaba molestia, dolor, agotamiento, eran terribles recuerdos que le habían sentir enfermo.
De un momento a otro quería derrumbarse y llorar, pero debía ponerse el uniforme de una vez.

Antes de salir ya listo de la habitación se miró al espejo, podía ver sus ojeras, sus ojos sin brillo, su cabello aún algo desarreglado, una expresión decaída. Se aproximó a la puerta de su pieza y la abrió antes de salir con la mochila en su espalda, giró la mirada nuevamente al espejo y murmuró: ー Me das asco. ー azotando la puerta mientras hacía sonar las llaves de su mano.

En la cocina sólo se encontraba algo de dinero cómo era de costumbre, su padre con quien vivía, sólo le dejaba eso, casi no lo veía.

Acelerando las cosas, ya una hora y media después ya se encontraba en la escuela, sentado junto con su mejor amiga la cual sólo lo vio sentarse en silencio. Pasaron varios minutos y el día parecía cómo cualquier otro, clases aburridas, compañeros que solo hacían ruido, entre otras cosas.
La chica que estaba a su lado empieza a contarle cosas, anécdotas y otros sucesos, este responde sonriente y con energía cómo normalmente hace. La muchacha que hablaba se detuvo y nuestro protagonista se volvió a sentar firmemente para luego pasar a recostarse sobre la carpeta, cuando cerró los ojos obtuvo rápidos y cortos recuerdos de cuando tenía 8 años, aquella consecuencia por intentar relajarse la perturbo, su ánimo volvió a ser el de más temprano, sentía sólo ganas de llorar, pero faltaba poco para el final de las clases del día.
Sólo le quedaba soportar y sonreír para disimular que esos pensamientos la destrozaban, igual a ninguna de las personas que estaban allí les iba a importar lo que sucedía con él, cada quién tenía sus problemas y aunque otros los contaban para recibir consuelo o alivio, esta persona prefería guardarse todo para sí mismo, su mente era un caos, un laberinto, un debate infinito, su mundo tan extraño e incomprendido oculto para el público que la rodeaba.

ー Estoy consiente de que el ser humano puede ser tan ignorante con tantos aspectos, ¿tal vez soy un ignorante más?, ¿o estoy loco?, No soy alguien listo.
¿Por qué tengo éste enfermo mundo como definición en mi cabeza. ー

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