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Sus ojos se abrieron con lentitud.
Al lograr acostumbrarse a la oscuridad de la habitación, notó que estaba sola.

Sentándose en la cama, frotó sus ojos con sus manos hechas puños. Giró su rostro hacia el reloj qué se encontraba en su mesa de noche.

Eran las 5:40 AM.

Escucho un ruido que provenía de la cocina.
Miró el otro lado de la cama.

Vacío.

Se levantó, se puso sus pantuflas y emprendió camino hacia la ya mencionada cocina. La luces de esta estaban encendidas.
Caminó más adentro y como sospechaba, alguien estaba en frente de la estufa, probablemente haciendo té.

—Shizune— Llamó en tono alto.

—¡Ah!, ¡Tsunade!— La pelinegra saltó un poco en su lugar y rápidamente se dió la vuelta para mirar a la rubia. —Me asustaste... No te vi venir— Afirmó suspirando.

—Son las cinco de la mañana, ¿Sucedió algo?— Habló mientras se acercaba a su contraria.

—Si lo sé... No podía dormir. Pensé que un té me ayudaría a conciliar el sueño, disculpa si te he despertado— Admitió un tanto apenada. Realmente trató ser lo más silenciosa posible, pero, al parecer no hizo un muy buen trabajo.

—No, tranquila. Me desperté yo misma— La tranquilizó sonriendo de lado, provocando una pequeña sonrisa en Shizune. —Por cierto, ¿Por qué no podías dormir?— Preguntó ésta vez, llevando su mano izquierda al rostro de la de ojos negros, acariciando con suavidad su mejilla.

—Pesadilla— Es todo lo que dijo y se apoyó más en la mano de la rubia.

—Ya veo...— Frotó su pulgar tiernamente sobre la suave piel. La pequeña sonrisa qué tenía se ensanchó solo un poco. —¿Quieres qué te ayude con el té?— Preguntó dirigiendo sus ojos hacia la tetera.

Asintió. Intentó darse la vuelta para poder continuar con su labor, pero fue detenida por los brazos de la rubia, que rodearon su cintura.

—Espera, solo...— No terminó la frase. Apoyó su mejilla en el pecho de la pelinegra y suspiró. Esta noche no dormirían, era un hecho.

Shizune rió por lo bajo y posó sus brazos en los hombros de Tsunade, descansando su mejilla en la parte superior de la cabeza rubia.

Pasaron unos segundos más así, simplemente disfrutando de la calidez de la otra.

Al ya decidir que era hora de terminar el contacto físico, Tsunade se separó primero. Posteriormente, plantó un pequeño beso en los labios de Shizune.

—Hagamos té— Afirmó con una sonrisa coqueta. La más alta rió y asintió, esta vez si pudiendo girarse y proceder, como dijo su pareja, a hacer té.

Entre risas leves, abrazos y uno que otro beso, terminaron finalmente de hacer la tan esperada bebida.

Se dirigieron hacia la sala de estar.

—¿Sabes?, sería agradable ir a visitar a Sakura uno de estos días— Comentó Shizune mientras se sentaba en el sofá, aún con la taza en sus manos. Esta, estaba lo suficientemente cálida como para no causarle molestia.

Tsunade tomó un sorbo de su té. —Me parece una buena idea. Hace bastante que no la vemos, también a Naruto— La rubia se sentó al lado de su pareja.

La pelinegra musitó una suave afirmación.

Un cómodo silencio se instaló en la sala.

Tsunade apoyó su cabeza en el hombro de Shizune, cuidando de que su bebida no se derrame.

La paz y la tranquilidad reinaban el momento.

—Realmente, adoro esto— Murmuró la más alta de repente.

—¿Uhm?— La duda se hizo presente en la voz de Tsunade.

—Estar así, sin preocupaciones, solo las dos. Es relajante— Explicó dándole un pequeño sorbo a su té, manteniendo sus ojos cerrados.

—Oh, opino lo mismo...— Se acomodó más a su lado, mientras su sonrisa se ensanchaba un poco.

El ambiente era tranquilo. Ninguna de las dos quería aquebrantar este íntimo momento, así que simplemente se quedaron allí, en paz.

Y no cambiarían eso por nada del mundo.

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