Guido estaba sentado en su oficina con un sobre entre las mano, pero no era cualquier sobre. Ese sobre tenía el veredicto final del juez en el caso de Lara.
Los dos abogados, él y el abogado de Víctor ya sabían que había dictaminado el juez, ellos tenían la tarea de comunicárselo a sus respectivos clientes; y en esa hoja doblada, protegida por un sobre, estaba escrito como debían proceder ambas partes.
Pero Guido no le había dicho el resultado a Lara, no quería hacerlo por teléfono, así que solo le pidió que fuera a su oficina para decírselo. Así que ahí estaba él, sentado, un poco tenso, jugando con sobre en sus manos y en completo silencio.
Prácticamente podía oír el tic-tac del reloj... y la puerta se abrió, dejando ver a una nerviosa Lara.
—¿Qué pasó, Guido? Vine en cuanto me desocupe. —dijo con voz apurada.
Él asintió solamente y con un gesto de la mano la invitó a sentarse frente a él. Ella se sentó en silencio frente a él.
Guido le dio el sobre. Lara lo miró a los ojos. Después abrió el sobre y empezó a leer.
El corazón le latía a mil por hora, y con cada palabra que leía esa velocidad aumentaba. Para cuando terminó de leer la hoja, una sonrisa se dibujaba en sus labios. Miró a Guido, él también estaba sonriendo y lo único que se le ocurrió hacer fue ponerse de pie, ir hacia donde él estaba y abrazarlo. Y así lo hizo. No supo cuanto tiempo permanecieron los dos unidos en aquel abrazo hasta que ella dijo.— Gracias.
Guido se separó de ella para poder verla mejor.— No tenes que agradecerme.
Ella no dijo nada, él tampoco. Simplemente las palabras sobraban. Entonces él la besó y ella se olvidó del mundo. Sintió sus manos en su cintura abrazándola y ella le rodeó el cuello con sus brazos, y se entregó por completo al beso.
[...]
Patricio caminaba metido en su mundo. Por algo había estudiado leyes, pensó, los términos médicos lo ponían nervioso. Y después de la cita con el doctor de Melissa su mente elaboraba miles de imágenes sobre lo que podría pasarle a su pierna, y cada imagen era peor que la anterior. Se estremeció al pensar en la última pero rápidamente trato de alejarla de su cabeza.
—Mmmmm. —dijo, si eso se puede considerar una palabra.
La secretaria de Guido no estaba, eso era algo muy extraño. Miró su reloj. Bueno, no era tan extraño, eran las 12:47, era la hora del almuerzo. Eso también podría explicar porque el resto de la oficina estaba vacío.
Pero Guido podría seguir ahí. Nada perdía con ver: si estaba ahí le podría decir que se iba a ausentar más tiempo y si no estaba ya se lo diría por teléfono.
Así que tocó la puerta, pero no esperó a que le respondieran para abrirla... y se quedó paralizado cuando vio que Guido si estaba en su oficina, pero no estaba solo. Estaba con una mujer. No supo qué sintió cuando la reconoció, pero algo le decía que...—Guido. —dijo muy serio y frío.
Inmediatamente Guido y Lara se separaron al mirar a la puerta. Ella pudo sentir la tensión en el cuerpo de Guido a pesar de que no se estaban tocando.
Ninguno dijo algo, por supuesto esperando que otro empezara, pero no fue así... todo se quedó en silencio. Patricio no le quitaba los ojos de encima a Guido y viceversa.
—Señorita, —le dijo a Lara sin mirarla y en un tono sarcástico, obviamente pensaba que la palabra señorita no se acoplaba a ella.— ¿ya ha recibido alguna respuesta del juez para su caso?
—Sí. —fue todo lo que dijo ella.
—Bien. Le voy a pedir que se retire y que no regrese más a este despacho. Si quiere tomar cualquier medida contra lo que ha dictaminado el juez, búsquese otro abogado.
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Opuestos | Guido Sardelli
FanfictionPara todos Guido Sardelli tenía una vida perfecta, no le hacía falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increíble, un carro último modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día...