Capítulo 27.

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Para cuando el beso terminó los dos tenían el cabello alborotado, los labios hinchados y las respiraciones agitadas.

—Te amo. —repitió Lara en voz baja.

Esa declaración volvió a Guido a la realidad, rompiendo el abrazo se separó de ella. Se acercó a una de las pinturas, sin mirarlas realmente y le preguntó.— ¿cómo es posible?

Lara sabía que no se refería al "te amo", se refería al hecho de que estuviera embarazada.

—¿No crees que es tu hijo? —preguntó al punto de la indignación.

—Te hiciste una prueba que salió negativa... y el doctor dijo que tenías semanas... ¿cómo es posible? —repitió.

—No tengo unas semanas, tengo casi dos meses. Hace las cuentas. Y sí, la prueba dio negativa pero no era segura.

—¿Quién era el hombre que fue al hospital?

—¿Quién era? —preguntó Lara ahora sí enojada, la pregunta sugería que tal vez el hijo no era suyo.— ¿Quién era? ¿Qué importa quien fue? Te estoy diciendo que vas a ser padre, que te amo y ¿me preguntas quién era ese estúpido? No sé, lo conocí ayer en la exposición. Nunca antes lo había visto. Un mes, Guido. Un mes te olvidaste de mí y ¿ahora quieres que te dé explicaciones?

—No me olvidé de vos. —respondió él con convicción.

—¿Entonces por qué no me buscaste en más de un mes?

—¿Por qué no fuiste vos a verme? —contraatacó Guido.

—Sabes qué, esto no tiene sentido. No quiero discutir, a qué viniste.

—A ver los cuadros... Ayer a la noche vine a buscarte y me encuentro con que estás embarazada después de un mes sin verme... la situación es un poco increíble.

—Y sin embargo es real... si no me queres creer, no tenes por que hacerlo. —En completo silencio, salió de la galería.

Y Guido se quedó solo en la galería.

Entonces por fin vio los cuadros que Lara pintó. Todos se le hacían vagamente familiares.

Empezando por la pintura de una niña que vendía rosas, acompañada de su madre. Igual que la señora que le había dicho a Lara que estaba embarazada.

Había otro que era una celebración, un grupo de amigos sentados a la mesa, que le recordó a la boda de Melissa y Patricio, cuando Lara estaba acompañada de David, Zac, Gastón y sus respectivas parejas.

Después vio un retrato, era el perfil de un hombre... Era Guido, de perfil sonriendo y con un jardín lleno de flores blancas con una puesta de sol increíble.

Siguió viendo el resto de los cuadros, todos parecían un pequeña parte de la vida de Lara, él formaba parte fundamental de los cuadros, aunque su rostro no apareciera en el cuadro.

Hubo otro más que le llamó la atención.

Otra vez era un hombre, otra vez era él, pero esta vez estaba dormido, en su habitación, con el pecho descubierto.

Sonrió.

Y llegó al último cuadro que le quitó el aliento. Ahí si no quedaba duda de quienes eran las personas que estaban en la pintura. Lara y Guido. Y también recordó ese día como si hubiera sido ayer. Los dos estaban desnudos, en el baño, abrazados. Él la abrazaba como protegiéndola de cualquier cosa y ella se veía vulnerable, pero feliz.

Igual que él.

Dando media vuelta, salió de la galería corriendo para buscar a Lara.

Guido salió corriendo de la galería. Miró primero hacia la izquierda y después a la derecha buscándola. Entonces la vio.

Opuestos | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora