Lo que yacía enfrente, solo es la mente.2

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Mientras esto sucedía, Hanimiau se mantenía atento, de las palabras que brotaban de la boca de arconte, sin mesura ni consentimiento, les escuchaba con entero cautelo, pues en todo ello, descubría a un ser sin anhelos.

Ciertamente a Hanimiau, aquella sustancia que detestaba tan dolorosamente, le brindaba un satisfactorio espectáculo que luego se llevaba a cama y entre sabanas blancas, escurría su deleite.

Yo, por mi parte notaba, la cosa más singular que alguna vez, habría creído jamás ver, la locura más elocuente, una mente tan severamente distorsionada, que escurría en un disparate poético y convincente.

El efecto en general solía durar horas, pero Arconte solo vociferaba por siete minutos, y luego tras dormitar, volvía a su cordura, pese a la ironía que esto me suponía, jamás cuestione el porqué de la diferencia infinitamente abismal que había.

-Supongo que es eso todo.- dijo Hanimiau mientras veía a Arconte tirado sobre el campo y una deliciosa sonrisa se le dibujaba en el rostro. – ¿Tu también temes convertirte en mi cena? – dijo mirándome con picardía

Sonreí inevitablemente, siempre deteste su temible encanto, detestaba mas, que solo fuese por un breve rato, y después pasaba a ser todo un gato.

Luego de pecar sin mezquindad, entro a su hogar sin otras pretensiones, que aliviarse en soledad, por su lado Arconte, roncaba con tranquilidad.

Siempre maneje la vida con brutal saciedad, nunca odie la sociedad, pero prefería descansar, por un breve momento pensé en lo que podía dominar, después una bala, mi cabeza logro atravesar, nada me alcanzo a sujetar. Caí mirando casi con sueño, a aquel del que quería embeleso, me hubiese conformado con un beso, pero a mis rezos, nunca llego el consuelo.

No entiendo porque morí lento, todo fue como un tibio secreto, no se escucho ningún tipo de cielo, solo un silencio permanente me cubrió con un velo. Y pude verlo, ver todo por un breve momento, temo confesar que me alegre de mirarlo corriendo hacia mí, y oír decirme "te quiero", difícil para mi discernir, si aquel era el cuerpo, o era la mente.

Y ahora, que ya no puedo existir, entender, ni ser, ni ver, ni sentir, ni siquiera lo creo un bello recuerdo, no se cómo cuento esto, es como si el misterio hubiese quedado prendido en alguna mente, que creyéndome imaginaria no comprende ni sus propias versos.

Mi nombre tiene aun menos sentido, cuando solo mi muerte me libro del martirio, pero aun mas grande el efecto, y los afectos, que derivaron tras esto, y que  de alguna forma paradójica tengo la necesidad de compartir, sabiéndolo todo sin ser nada .

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Decirme si les gusta, sì gustan, sì no ¡vaya disputa!

Bizarras desventuras de los malvivientes.Where stories live. Discover now